Nuestro hogar puede ser la fuente más importante de amor y atención que podamos tener a lo largo de la vida, pues ahí habremos nacido, crecido y vivido hasta independizarnos como adultos. No olvidemos que el hogar tiene un significado profundo, que representa el ancla que nos detiene aquí en la Tierra y es donde nos sentiremos a salvo, seguros y amados por aquéllos que nos recibieron cuando nacimos.
Aunque para muchos no sea precisamente el lugar ideal, aun así en el ámbito universal, se considera que tener un hogar a dónde regresar produce un sentimiento de seguridad, no importa cuán lejos o cerca estemos.
No perdamos el sentido real de nuestro hogar. Éste nos provee seguridad al protegernos tanto del mundo exterior como del interior. Agradecemos y bendecimos por tenerlo cuando miramos a nuestro alrededor y tomamos conciencia de la situación por la que pasa nuestro país y el mundo.
Pero lo que le da un inmenso valor es que allí, bajo el mismo techo, viven los que más te aman, a quienes más les importas, quienes te brindan su apoyo y comprensión incondicionales.
Es cierto que una de nuestras debilidades como seres humanos es la inhabilidad de lidiar de manera efectiva con aquéllos con quienes compartimos el mismo techo. No obstante, en la mayoría de los casos, la unión familiar difícilmente será destruida si cerramos las puertas al individualismo, al resentimiento, a la falta de comunicación, a la violencia y a la falta de amor.
No importa a dónde vayas en tu edad adulta, si te casas o radicas en el extranjero, si cambias de religión o de ideas políticas o bien si formas un hogar para tu familia, nunca, nunca permitas que se rompa esa unión o círculo de amor que nació en ese hogar. El sentimiento de unión y amor entre todos lo que allí crecieron y convivieron es lo que simboliza un hogar.
#PiensaPositivo