Es importante que de vez en cuando te regales unos minutos para estar a solas, tal vez al amanecer o al final de tus actividades, con el fin de hacer un recorrido mental del funcionamiento de tu cuerpo.
Reflexiona sobre cómo te sientes cada día al despertar. Por ejemplo, ¿te duele la cintura?, ¿la espalda? Cuando caminas ¿te duelen los pies? ¿Cuando terminas de comer ¿tu digestión es molesta?, ¿tienes frecuentes dolores de cabeza? O ¿tienes sueño todo el día?
Si reconoces alguna de estas sensaciones trata de reconocer el nivel de molestia, es decir, la más constante, la menos soportable o la que más interfiere con tus actividades diarias.
Como primer paso atiende este malestar: revisa si esto se debe a la ropa que usas, a los zapatos, a tu cama o a la silla en donde trabajas o tal vez a lo que comes. En segundo lugar, intenta hacer los cambios o ajustes necesarios y si no encuentras alivio después de algunos días, acude a tu doctor y coméntalo.
No permitas que una pequeña molestia se convierta en la causa principal de una enfermedad futura, o el deterioro de tu cuerpo, ánimo y energía a lo largo del día, de la semana, ¡de los años!
#PiensaPositivo
Debemos querernos más y hacerlo al comienzo de las dolencias no cuando ya nada se puede hacer, para luego decir por qué yo.