Hoy quiero invitarte a reconsiderar la gran relevancia que tiene el ambiente en el que realizas tus comidas. La comida es considerada un sacramento y sería maravilloso no olvidarlo en nuestra cotidianidad. Trata de darle el mismo valor que tiene en el primer momento en que se alimenta a un bebé recién nacido o el ambiente de generosidad cuando recibes invitados a comer.
Reúne e involucra a todos los miembros de la familia cuando menos en una comida al día, para poner la mesa, picar una verdura, etcétera. Deja que cada uno elija el menú un día a la semana, no importa si al principio las elecciones no son las más nutritivas, pues con el transcurso del tiempo y en un ambiente de armonía cada integrante de la familia hará su parte en este cambio. Procura que el momento de compartir sentados en torno a la mesa sea significativo y gozoso para todos y, si lo crees apropiado, invita a uno de los integrantes a agradecer los alimentos en voz alta o que cada uno lo haga en silencio antes de empezar a comer.
La interacción con la familia hará más fácil la apreciación y el gozo de estos alimentos y, por supuesto, su ingestión será más efectiva.
Evita a toda costa abordar temas que puedan causar conflicto o tensiones, e interrumpir la comida, como pueden ser los económicos y de trabajo. En cambio, propicia temas de interés o divertidos para toda la familia y que contribuyan a la armonía de este momento, no importa el tiempo que se disponga para comer, esto siempre será posible si te lo propones.
#PiensaPositivo
Es verdad Maríano, los alimentos son sagrados y es bueno dar gracias por ellos todos los días y serán de provecho a nuestro cuerpo, en casa hacemos esto y en reuniones y fiestas familiares también, gracias y linda tarde noche !