Increíble pero cierto: también el funcionamiento de nuestro importantísimo sistema nervioso es afectado por lo que comemos o dejamos de comer.
Se dice que éste es, a grandes rasgos, el responsable de reunir y analizar información del ambiente externo e interno de nuestro cuerpo, así como de regular todos los sistemas del mismo. Este complejo sistema se encuentra conectado a todas las partes del cuerpo, segundo a segundo controla cada acción –tanto inconsciente como consciente-, desde procesos involuntarios, como la circulación de la sangre y la digestión, hasta los pensamientos, las emociones y las acciones que cada persona experimenta.
Investigaciones científicas indican que una buena nutrición es esencial para el correcto desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso pues se ha demostrado que algunas de sus disfunciones han sido mejoradas gracias a dietas especiales.
El consumo de nutrientes específicos, dormir bien y suficiente, así como practicar algunos ejercicios de relajación y tener una rutina regular de ejercicio físico son indispensables para conservar el equilibrio y maximizar la salud de los nervios de todo el cuerpo para mantenerlos en un nivel óptimo de funcionamiento.
Según los nutricionistas, la avena, la leche desnatada o desgrasada, la albahaca, las sardinas, la lechuga y las naranjas contribuyen al buen funcionamiento de este sistema.
En el otro extremo están los alimentos que te afectan negativamente y que debes tratar de reducir: queso, en particular las personas que padecen migraña y alimentos azucarados, pues su rápida asimilación en la sangre causa nerviosismo, sobreestimulación e hiperactividad, tanto en niños como en adultos.
Tampoco son recomendables los refrescos de naranja o cualquier alimento con saborizante de naranja, ya que la sustancia que se emplea en esta coloración provoca hiperactividad en niños y adultos. Grandes cantidades de café, té o refrescos provocan insomnio porque estimulan el sistema nervioso, producen presión alta y palpitaciones.
#PiensaPositivo
Somos lo que comemos. A desayunar como rey, comer como príncipe y cenar muy poco.