Expertos han descubierto que de forma paulatina nuestro coeficiente intelectual (IQ) ha bajado considerablemente desde la década de los 70.
De acuerdo a un estudio realizado por el Centro de Investigación Económica Ragnar Frisch en Noruega y publicado por Academia Estadounidense de Ciencias (NAS, por sus siglas en inglés), varios europeos menores de 45 años han probado poseer un IQ más bajo comparado con aquellos nacidos antes de 1975.
Los principales factores para que esto haya ocurrido según los renombrados economistas Bernt Bratsberg y Ole Rogeberg —líderes de la investigación— son fundamentalmente ambientales y no genéticos como suele percibirse.
Es decir, en la actualidad el grupo analizado en el estudio (y la humanidad en general) lee menos, pasa mucho tiempo conectado a Internet y la rutina impide que se posea una nutrición correcta y balanceada en la mayoría de los casos.
Desde luego esto no quiere decir que la humanidad en general se haya vuelto irremediablemente tonta, Bratsberg y Rogeberg recalcan en sus conclusiones que las pruebas que realizaron únicamente midieron el coeficiente intelectual, por lo tanto, aplicaron pruebas de razonamiento visual, aritmética y vocabulario.
Aunque sin duda es un desaliento que los resultados hayan sido malos, ambos expertos destacan que existen otros tipos de inteligencia en los que cada sujeto puede sobresalir a lo largo de su vida.
En la actualidad las tendencias en técnicas de aprendizaje a nivel mundial rechazan la memorización, por lo que esto también puede influir en los resultados. Rodeberg explica el por qué:
«Las pruebas de IQ fueron diseñadas hace más de un siglo como una medida rápida y estándar para medir las capacidades cognitivas. (...) la educación contemporánea se deslinda de todo aquello que implica memorizar. Hoy día la sociedad ha cambiado su forma de trabajar y las pruebas de IQ no suelen adaptarse a los nuevos esquemas».
Sí, el coeficiente intelectual es más bajo y es lamentable si hablamos de agilidad mental para operaciones matemáticas y razonamiento lógico. No obstante, Bratsberg da pie a una esperanza al argumentar que existen nuevas pruebas de inteligencia propias de la era digital, mismas que ayudan a medir los diferentes dones mentales de cada sujeto.
En cualquier caso, la lectura, los ejercicios de memoria y una buena alimentación son hábitos que vale la pena poseer para una mayor facilidad de aprendizaje y concentración.
La habilidad mental se ve diversificada en la actualidad, pero la costumbre de encontrar todo con un simple clic tiende a volver perezosa nuestra capacidad de deducción. La clave es encontrar un equilibrio.
#PiensaPositivo
Fuente: Vix