El sonrojarse es una reacción universal humana en respuesta a la atención social. Todas las personas llegan a ruborizarse, aunque algunas más que otras. En general, las mujeres son más propensas a sonrojarse que los hombres.
Al sentir vergüenza, se activa el sistema nervioso simpático, el mismo que rige la respuesta de lucha o huida.
El cuerpo libera adrenalina, la cual acelera la respiración y el ritmo cardiaco para facilitar la huida del peligro. También provoca la dilatación de los vasos sanguíneos con el fin de mejorar el flujo de la sangre y el suministro de oxígeno.
Cuando los capilares sanguíneos del rostro se expanden, producen un notable cambio de color en la piel, sobre todo en la tez blanca.
Es una respuesta involuntaria, por lo que resulta imposible evitarla.
El sonrojarse no suele ser una grata experiencia, pero es una reacción natural del cuerpo.
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