El sudor contiene muchos componentes, caso de distintos metabolitos y electrolitos, que pueden aportar información sobre nuestro estado de salud. Tal es así que, investigadores dela Universidad de California en Berkeley(EU) han desarrollado un sistema de sensores específicos para leer la información fisiológica contenida en el sudor. Una lectura, además, que como hacen otros muchos sensores que utilizamos para, por ejemplo, medir nuestra frecuencia cardiaca cuando practicamos ejercicio, pude ser consultada en tiempo real. ¿Y qué tenemos que hacer para que funcione? Pues, simplemente, sudar.
Concretamente, los investigadores han diseñado un sistema flexible de sensores que puede medir los niveles de metabolitos y electrolitos en el sudor, calibrar los datos en función de la temperatura de la piel y enviar los resultados en tiempo real a un teléfono móvil para que podamos consultarlos.
Como explica Ali Javery, director de esta investigación publicada en la revista «Nature», «el sudor humano contiene mucha información fisiológica, lo que la convierte en un fluido corporal atractivo para los sensores portátiles no invasivos. Sin embargo, la saliva es muy compleja y es necesario llevar a cabo la medición en múltiples localizaciones para lograr una información sobre nuestro estado de salud que tenga sentido. Y en este contexto, hemos desarrollado un sistema totalmente integrado que mide de analiza de forma simultánea y selectiva múltiples componentes del sudor y que transmite los datos procesados vía ‘wifi’ a un teléfono móvil».
Es más; el nuevo sistema abre la puerta al diseño de dispositivos portátiles que, tan ‘ponibles’ como cualquier otra prenda de vestir, nos alertarían ante un problema de salud tal como la fatiga, la deshidratación o una elevación extrema de la temperatura corporal.
Muñequeras ‘inteligentes’
El nuevo sistema está formado por un circuito flexible con cinco sensores que miden los niveles de dos metabolitos –glucosa y ácido láctico– y de dos electrolitos –sodio y potasio–, así como la temperatura de la piel. Y este dispositivo, ¿dónde se llevaría? Pues en el estudio se colocó directamente en muñequeras y cintas de pelo –o más bien, dado que incluían la app para transmitir el dato al teléfono móvil, en muñequeras y cintas de pelo ‘inteligentes’.
Como destaca George Brooks, co-autor del estudio, «los metabolitos y electrolitos cuantificados por el dispositivo tienen una importancia vital para la salud y el bienestar del individuo». Y a ello se aúna, como incide Wei Gao, también participante en la investigación, «que el sistema integrado nos permite medir la temperatura de la piel para calibrar y ajustar las lecturas de los otros sensores en tiempo real. Esto es importante porque la repuesta de los sensores de la glucosa y el ácido láctico pueden estar influenciados en gran medida por la temperatura».
Pero además de su practicidad, debe tenerse en cuenta asimismo el carácter no invasivo del dispositivo. Como recuerda George Brooks, «la manera típica de estudiar los efectos del ejercicio en la fisiología humana es a través de una muestra de sangre. Pero dada la naturaleza no invasiva de esta nueva tecnología, podría ser posible que un día sepamos que ocurre a nivel fisiológico sin tener que clavarle una aguja al sujeto y sin tener que recurrir a los vasitos desechables».
¿Posible uso en pacientes?
El sistema de sensores es aún un prototipo. Pero el estudio, llevado a cabo con voluntarios que practicaron ejercicio tanto ‘indoor’ –bicicleta estática– como al aire libre –jogging–, ya ha demostrado su eficacia.
Sin embargo, la practicidad del nuevo dispositivo no acaba aquí. Cuando menos teóricamente.
Como concluye George Brooks, «la tecnología no invasiva y ‘vestible’ ha de mostrado funcionar muy bien con el sudor de los atletas. Pero esto podría ser solo el principio. También hay otras muchas aplicaciones potenciales para esta tecnología, como sería medir los niveles de los metabolitos y electrolitos vitales de las personas sanas en su vida diaria. Y también puede ser adaptado para monitorizar otros fluidos corporales en personas con distintas enfermedades».
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Fuente: Revista Nature