La Luna, cuyos ciclos duran 28 días (igual que el periodo menstrual), siempre ha estado relacionada con el sexo femenino y en la antigüedad multitud de culturas la han adorado en cultos de fertilidad. Así, es obvio que estos 28 días han sido claves a la hora de vincular ciclos menstruales, lunares y fertilidad.
A lo largo de la historia y en multitud de ocasiones numerosos médicos y científicos han estudiado este fenómeno y no han encontrado ninguna relación entre las fases lunares y la fertilidad. Por ejemplo, científicos de la Universidad de Castilla-La Mancha elaboraron un estudio sobre la relación entre el número de niños nacidos y los ciclos lunares. Francisco García Alcaraz, profesor de Enfermería de dicha universidad y uno de los autores de la investigación, dijo que, tras analizar todo los partos en el hospital de Albacete, no se había encontrado ninguna relación entre estos y las fases lunares.
Nuestro refranero está lleno de expresiones como “En menguante, nada plantes” o “En luna llena, corta la leña”. Estas expresiones se basan en la influencia que tiene la Luna sobre las masas de agua, como es el caso de las mareas. Conforme gira en torno a la Tierra, la Luna ejerce una atracción sobre el continente y los océanos, elevando varios metros el nivel del agua en algunos lugares. Del mismo modo, la savia subiría o bajaría según el ciclo lunar: durante la fase de luna nueva la savia se concentraría en las raíces y en luna llena en las hojas, atraída por las fuerzas gravitacionales. Por tanto, la primera sería época propicia para la siembra mientras que la segunda, para la recolección.
Son muchos los estudios que han intentado probar o rebatir esta teoría. Es tan sencillo como realizar plantaciones en días supuestamente “buenos” y “malos” bajo las mismas condiciones experimentales (agua, tierra etc). Y eso es lo que hizo un grupo de investigadores de la Universidad de Canberra, Australia. Luego recogieron las plantas, las pesaron (bulbos y hojas) y compararon las que habían sido recogidas y sembradas en diferentes fases lunares. Lo cierto es que no se detectó ninguna diferencia significativa. Y es que la atracción ejercida por la luna llena afecta al mar debido a su gran masa de agua. La savia, en cambio, tiene una masa insignificante, demasiado pequeña para ser atraída por la Luna.
Otra teoría hace referencia a la actividad de los receptores de luz de las plantas (fitocromos). Se ha comprobado que en las noches de luna llena el fitocromo se mantiene activo como cuando hay luz diurna, mientras que cuando no hay luna (luna nueva) el fitocromo baja su actividad. Entonces no habría diferencia en cortar un árbol en menguante o creciente, ya que la planta tendría la misma actividad (en menguante y creciente, la iluminación es la misma, 50%).
Del mismo modo que Luna “afecta” a las plantas, también lo haría con los humanos. Esta creencia se rige por el mismo principio: el efecto gravitacional de la Luna (que atrae a la tierra hacia ella) sobre la tierra afectaría al comportamiento humano. Si el agua de los océanos es alterada por la Luna, también deberían ser alterados los líquidos de nuestro cuerpo, que modificarían, a su vez, nuestro comportamiento. ¿Cómo modificaría la luna llena nuestro comportamiento? supuestamente, en esta fase lunar, estamos más eufóricos, ansiosos, violentos, inquietos… en definitiva, más nerviosos. Con ello, en las noches de luna llena, aumentarían el número de asesinatos, suicidios, peleas o robos…
Cuando hay luna llena, el agua de los océanos asciende (marea) cuando debido a que disminuye la distancia entre la Luna y la Tierra, puesto que aumenta la fuerza atracción que ejerce el satélite sobre nuestro planeta. La distancia mayor o menor distancia entre la Tierra y la Luna también produce cambios en la presión atmosférica afectando, junto con la gravedad, al clima de nuestro planeta.
Pero hay que tener en cuenta las diferencias de escala y proporción. La fuerza de la marea es muy débil con respecto al volumen del agua implicada. Desde un punto de vista físico no se puede esperar que la Luna ejerza un efecto gravitatorio adicional sobre el cuerpo humano mayor que el que le produciría un mosquito.
También hay que considerar que la distancia entre nuestro satélite y la Tierra es la misma durante las noches de luna llena y luna nueva. Dicho de otro modo, la fuerza gravitacional de la Luna es igual de intensa durante su fase llena y nueva. Es más, las mareas más intensas se producen en luna nueva, pues en esta fase hay otra fuerza que ejerce atracción sobre la Tierra, la gravedad del Sol (tira en la misma dirección que la Luna). ¿Entonces, por qué no se dice que la luna nueva afecta a nuestro comportamiento?
Se han realizado estudios estadísticos en salas de emergencia hospitalarias y comisarías de policía y se ha encontrado ninguna correlación entre las fases lunares y el número de ingresos hospitalarios. Tampoco las comisarías de policía han registrado un mayor número de denuncias durante las noches de luna llena.
El mismo principio se aplicaría al cabello y a las uñas. En efecto se cree que, del mismo modo que la Luna “afecta” a nuestro comportamiento, condiciona el crecimiento de nuestro pelo y uñas.
Nuestras uñas crecen a diferentes ritmos. Las de las manos a un ritmo de 3 milímetros al mes y las de los pies 1,5 milímetros. El cabello crece, de promedio, un centímetro por mes. Pequeñas variaciones en la velocidad de crecimiento de nuestro cabello están relacionadas con la predisposición genética, la alimentación y el estilo de vida saludable.
Si ejercemos cierta presión mecánica sobre las uñas (por ejemplo, tocando el piano), propiciamos un mayor crecimiento. También se ha comprobado que una temperatura más elevada estimula el crecimiento de las uñas y cabello. En cambio, no se ha podido comprobar que la Luna ejerza algún tipo de influencia, algo extraño teniendo en cuenta que esta vinculación está muy arraigada en el pensamiento colectivo. Quizás en un futuro demuestren lo contrario.
Según los científicos todas estas creencias surgen de un sesgo cognitivo de confirmación: las personas tienden a aceptar la información que confirma su creencia y a ignorar la que la contradicen. Los más escépticos se refieren a esta creencia (relación ciclos lunares/siembra, comportamiento humano o fertilidad) como la hipótesis de Transilvania o el efecto de Transilvania para enfatizar su carácter fantasioso.
De todas formas, lo cierto es que muchos de nuestros agricultores siguen mirando al cielo y a los calendarios lunares para fijar su fecha de poda o de siembra, tal y como lo hacían sus ancestros. Cuesta imaginar que a lo largo de tantas generaciones nos hayamos guiado por una creencia totalmente errónea e infundada. Quién sabe, puede que más adelante se encuentre alguna evidencia que corrobore que la Luna influye en los seres vivos.
#PiensaPositivo
Fuente: Agencias
Buenas Tardes Mariano esta públicacion me encanto pues como dice hasta la fecha la gente mayor siembra y cosecha en epocas del año que para ellos es buen temporal incluso los Indios contaban 9 Lunas cuando sus esposas estaban embarazadas y mas o menos por esos dias nacia el Bebé y como dices quizas más adelante se corrobore que la Luna influye en los seres vivos gracias por esta detallada informacio linda tarde saludos.