En mi blog (mensaje) anterior comentaba sobre la importancia de permitir el desarrollo natural de la madurez de nuestros pequeños en lugar de presionarlos al compararlos constantemente con otros niños de su edad, ya sea con los hermanos, los compañeros de la escuela o los amigos.
Con el deseo de que los hijos sean tan o más inteligentes que fulanito de la misma edad, más diestros en los deportes o más populares, algunos papás confunden el apoyo, la ayuda y la sana motivación con la obsesión de convertir a su hijo en el mejor. Y con el afán de lograrlo, acaban haciéndoles y resolviéndoles absolutamente todo. Desde las tareas y proyectos escolares hasta redactando su currículum, años más tarde.
Así, tenemos hoy en día a unos cuantos, sino es que a muchos jóvenes que no se encuentran preparados para enfrentar el rigor de la edad adulta. Se dice que en los últimos años es tal el involucramiento de los padres en la vida de sus hijos que algunas empresas aseguran haber recibido la aplicación de empleo de manos de los padres y no del hijo, así como la presencia de éstos en las entrevistas y hasta haber recibido llamadas de su parte para tratar de negociar el salario de sus hijos. ¿Te suena familiar?
Y no quiero decir con esto que nuestros hijos no puedan necesitar nuestra ayuda, o compartirles nuestra experiencia con el fin de orientarlos, pero esto es muy diferente a hacerles todas las cosas o tomar las decisiones que a ellos les corresponden de acuerdo a su edad.
Si te afanas en evitarle a tu hijo el enfrentar sus propias batallas y lo proteges para que evada su responsabilidad, sin duda, le faltará la experiencia y la confianza que necesita para vivir en el mundo real.
Al futuro jefe de tu hijo, a su socio o su pareja, no les interesa alguien cuyas relaciones personales, trabajo o estatus económico aún depende de sus padres.
Mariano Osorio
#Piensa positivo