Cuando alguien llega tarde, nos da un mal servicio o nos ofende, a menudo lo atribuimos, de manera reflexiva, a una característica intrínseca de la persona, pero cuando nosotros incomodamos a los demás, generalmente culpamos a las fuerzas externas: “estaba muy cansada, no me sentía bien, había mucho tráfico” etc.
Y así vamos por la vida adormecidos sin darnos cuenta que en la forma que actuamos, es la forma en que verdaderamente educamos a nuestros hijos. Y lo peor es que luego te sorprendes cuando de pronto en una tienda, tu hijo de apenas 8 o 9 años de edad , reclama con arrogancia: “pero que lenta es esta mujer” refiriéndose a la empleada que los atiende. Sin siquiera tener una referencia objetiva de lo que es un servicio lento o no, o detenerse a pensar si la mujer tiene algún problema de salud o está cansada porque está trabajando un doble turno, etc. El niño solo está repitiendo tu comportamiento, no la forma en que le has dicho que se comporte.
Igualmente, si tu hija te oye hablar mal de tu suegro, ¿qué le impide a ella hablar mal de su hermano pequeño?
¿No crees que sería mejor demostrarles a tus hijos que aunque a veces nos molesten las cosas que hacen los demás, lo mejor es intentar comprender sus motivos antes de juzgarlos?
En estos tiempos de tanta controversia política, nuestros comentarios y reacciones respecto a lo que está sucediendo en nuestro país, es muy importante no olvidar que los niños hacen lo que ven y no lo que les decimos. Y que nuestras acciones los educan o mal educan, más que nuestras palabras.
Mariano Osorio #Piensa positivo
Hola Mariano
Si está bien pero cuando a tu hijo le has enseñado a respetar a los demás ,a ser responsable, limpio ,ordenado y disciplinado pero tu hijo ya tiene 21 y hace todo lo contrario que haces como padre?