Un campesino contemplaba feliz su campo repleto de trigo maduro, cuando vio a una zorra que le robaba las gallinas desde hacía tiempo. Saltó rápidamente sobre ella y la capturó.
-¡Déjame marchar! -gimió la ladrona intentando soltarse- ¡Te juro que no me acercaré nunca más a tu gallinero!.
Prefiero tus lamentos a tus juramentos -le sonrió con sarcasmo el campesino.
-La ira es mala consejera -masculló la zorra-, sobre todo para tipos como tú, ¡que enseguida se encienden!
-¿Has dicho encender? -sonrió burlonamente el campesino-. ¡Es una buena idea! Sea como sea, con ira o sin ira, pagarás todas tus fechorías de una vez por todas.
Y diciendo esto, ató a la cola de la zorra un manojo de paja y le prendió fuego.
La zorra logró soltarse y se escapó; empezó a correr entre el trigo que se incendió rápidamente. El fuego se extendió por todas partes y, a pesar de todos los esfuerzos que hizo el campesino para apagarlo, en pocos instantes se quedó sin una sola espiga para segar.
La fábula nos enseña que antes de enfadarse conviene controlarse.
#PiensaPositivo
Siempre te escucho antes de salir al trabajo muy bueno