La perrita Pirueta tenía muy buenas cualidades. Sin embargo, ante un asado perdía la cabeza. Hasta el punto de que era capaz de robarlo de la fuente sin esperar a que estuviese cortado.
Y eso es lo que hizo un día que vio en la mesa un asado enorme para doce, casi tan grueso como el tronco de un árbol. Y corre que te corre con aquella maravilla entre los dientes, Pirueta llegó hasta la orilla de un pequeño arroyo transparente y limpio como un espejo.
- Me acercaré a la orilla y me zamparé el asado sin que nadie me moleste -pensó la perrita Pirueta.
Muy contenta la perrita se aproximó al arroyo y metió una pata dentro del agua.
¡Sorpresa! En el agua vio la imagen de un perro con un enorme asado en la boca que parecía más grande que el suyo.
Pirueta, llena de codicia no lo pensó dos veces, soltó su comida e intentó clavarle los colmillos al gran asado que tenía el otro perro. Pero la corriente se llevó la corriente de verdad y la perrita Pirueta se quedó con un palmo de narices pensando en el famoso refrán que dice así:
“Más vale pájaro en mano que ciento volando”
Lindo cuento, como todos los que narras y sobre todo que dejan enseñanza, gracias Mariano buenas noches!!se lo leí a mi ahijado de 3 años…