Un lobo hambriento caminaba por la selva, cuando se tropezó con la leona que tenía más hambre que él.
-¡Estoy perdido! murmuró el lobo.
Cerró los ojos y se agazapó en el suelo.
Pasaron unos instantes que le parecieron siglos, pero no sucedió nada.
Entonces abrió con cautela un ojo y vio un hermoso mulo paseando tranquilamente en la hierba, exactamente a mitad de camino entre la leona y él.
-¡Estoy salvado! pensó el lobo mientras abría el otro ojo -¡ahora me confabularé con la leona para cazar al mulo!
Le guiño el ojo a la leona, y ésta le respondió a su vez haciéndole otro guiño.
Los dos predadores avanzaron hacia el mulo. El lobo que era muy ruin, se permitió el lujo de aplazar por unos minutos el banquete que le esperaba y burlarse de la pobre víctima.
-¿Quién eres? le preguntó al mulo- ¿De dónde vienes?
-No lo sé- le dijo tímidamente con la boca llena de hierba fresca.
Mi madre me dice siempre que soy tan tonto que nunca aprenderé mi nombre. Por eso me la ha escrito en la planta del pie, y me ha dicho que se lo enseñe a quien quiera saberlo. Si quieres puedes acercarte a verlo.
Y, diciendo esto el mulo levantó una de las patas traseras.
-Lo siento -carraspeo el lobo -No sé leer.
-Yo sí que sé -rugió la leona, acercándose a él.
Entonces el mulo soltó una coz que golpeó a la predadora en el mentón, y la envió al mundo de los sueños. Después levantó de nuevo la pata esperando el ataque del lobo.
Pero el lobo que lo había visto todo, ya estaba lejos, con la barriga vacía y con muchas y tremendas ganas de llorar.
maravilloso, te transporta a tu infancia……….gracias. gracias MARIANO OSORIO.