Iba el asno caminando cargado con tanto peso que ya no podía más; así pues, le pidió ayuda al caballo.
-Anda, coge un poco de mi carga, por favor- le pidió.
Pero el caballo se negó a hacerlo y, al cabo de poco, el asno se desplomó contra el suelo y murió.
Entonces, el dueño colocó toda la carga del asno sobre el caballo. Es más, añadió también la piel del propio asno.
El caballo se arrepintió y mucho de no haber ayudado a un compañero. Pero, saben qué… ya era demasiado tarde.
Es un cuento que nos deja una reflexión que pensar y es el ayudar al que lo nesecite porque después podemos arrepentirnos.