En los años 80 surgió la hipótesis de inteligencia Maquiavélica, que sostenía que los primates tienen cerebros más grandes porque viven en grupos sociales complejos. Mientras más grande el grupo, más grande el cerebro. Eso tiene sentido, después de todo los animales con cerebros más grandes pueden recordar e interactuar con más individuos.
Así fue como, una década después, el antropólogo británico Robin Dunbar dijo que lo mismo se aplica a los seres humanos. De hecho, según el tamaño del cerebro de una persona, el número de conocidos que un individuo promedio puede tener en su grupo social es 150. Eso incluye conocidos, amigos y todas las personas con las que nos vinculamos y cuyos rostros recordamos.
El llamado «número de Dunbar» es, en realidad, una serie de cifras. El primero, 150, incluye a todos, pero después los grupos sociales se van volviendo más chicos de acuerdo a la profundidad de los vínculos. El siguiente, 50, hace referencia a los amigos casuales, aquellas personas con las que te llevas bien, pero no compartes tanto como para considerarlos amigos íntimos. Por último, el último y más importante incluye a los amigos más cercanos a nosotros y la cantidad es sorprendente: tan solo cinco.
Esas personas que, como dice la frase, se cuentan con los dedos de una mano, son nuestro soporte cuando las cosas no marchan bien. Son nuestros mejores amigos y también pueden ser familiares.
Sin embargo, la teoría de Dunbar no estaba sustentada por evidencia hasta hace poco. El profesor, que hoy trabaja en la Universidad de Oxford, y sus colegas utilizaron los registros de miles de llamadas telefónicas para saber con cuántas personas nos comunicamos regularmente. El equipo asumió que la frecuencia de las llamadas es señal de la fortaleza de una relación y así fue como analizaron casi seis mil millones de llamadas de 35 millones de personas. Vale la pena aclarar que este estudio se realizó en 2007, un poco antes de que las redes sociales fueran parte de la vida de todos.
Filtraron las que se trataban de negocios y las llamadas casuales, y solo se concentraron en las personas que llamaron 100 personas al menos. Eso los dejó con 27 mil individuos para analizar y lo que descubrieron es sorprendente: las personas tienen, en promedio, 4.1 amigos. Es un poco menos que lo que Dunbar había sugerido, pero puede ser normal porque no todas las interacciones sociales de las personas suceden a través del teléfono.
Las redes sociales nos pueden hacer creer que tenemos un millón de amigos, pero la vida real (¡y ahora la ciencia!) nos dicen que tenemos un manojo, pero que valen más que el oro.
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