La salud mental se refiere al bienestar emocional, psicológico y social de las personas. En entornos urbanos, los altos niveles de estrés, el ruido y la falta de espacios verdes pueden aumentar el riesgo de trastornos como la ansiedad y la depresión. La “exposición a la naturaleza” describe el tiempo que pasamos en entornos con vegetación, ya sea caminando, sentados o simplemente mirando un paisaje verde. Estudios como este investigan la relación causal entre contacto con entornos naturales y mejoras en la salud mental, y utilizan modelos como InVEST, una herramienta que evalúa los beneficios de la naturaleza para la sociedad, desde la regulación de temperatura hasta el secuestro de carbono.
Un nuevo estudio del Natural Capital Project (NatCap), con sede en la Universidad de Stanford, revela que incluso una breve exposición a la naturaleza —tan solo 15 minutos— puede tener efectos significativos sobre una amplia gama de problemas de salud mental. Publicado en Nature Cities, este trabajo no solo confirma los beneficios psicológicos de los espacios verdes, sino que también ofrece a urbanistas y responsables políticos una guía práctica para integrarlos estratégicamente en las ciudades, aprovechando beneficios adicionales como la reducción de temperaturas y la captura de carbono.
El equipo de investigación está incorporando estos hallazgos en una nueva versión del modelo InVEST, diseñada para evaluar el impacto de los espacios verdes sobre la salud mental. “Queremos traducir el tamaño del efecto a indicadores más intuitivos para quienes toman decisiones”, explica Yingjie Li, investigador posdoctoral en NatCap y autor principal. “Por ejemplo, si una ciudad tiene actualmente un 20 % de cobertura verde, ¿cuántos casos de trastornos mentales se podrían prevenir aumentando ese porcentaje al 30 %? También queremos calcular los posibles ahorros en costes sanitarios que implicaría una mejora así”.
Las herramientas InVEST, que miden los servicios ecosistémicos o beneficios que la naturaleza aporta a las personas, se usan en todo el mundo. Aunque NatCap ya había desarrollado módulos sobre naturaleza urbana y salud física, la integración de evidencia sólida sobre salud mental en este modelo es una novedad.
Según Anne Guerry, directora de estrategia y científica principal de NatCap, la mayor parte de estudios previos tenían limitaciones: no permitían demostrar causalidad, eran poco generalizables o no diferenciaban entre tipos de naturaleza. La nueva investigación analiza datos de casi 5.900 participantes en 78 estudios experimentales de campo, todos ellos ensayos controlados aleatorios o estudios antes-después.
Los resultados muestran que cualquier tipo de naturaleza urbana es beneficiosa, pero los bosques dentro de la ciudad resultan especialmente efectivos para reducir depresión y ansiedad. Además, los jóvenes adultos parecen beneficiarse más que la población general, algo clave porque la mayoría de los trastornos mentales surgen antes de los 25 años.
Un hallazgo curioso es que pasar tiempo de forma pasiva en espacios verdes —sentado, observando o descansando— es más eficaz para reducir síntomas negativos como la depresión que la actividad física en esos entornos, aunque ambas opciones mejoran por igual los indicadores positivos de vitalidad, como sentirse más vivo, alerta y lleno de energía. También se detectaron efectos más fuertes en países asiáticos, posiblemente debido a la conexión cultural y simbólica con la naturaleza, que “prepara” a las personas para recibir sus beneficios.
Los investigadores sugieren que, además de los grandes parques y bosques urbanos, se fomenten los “parques de bolsillo” y el arbolado de calles para garantizar un acceso amplio a la naturaleza. Incluso añadir ventanas con vistas a zonas verdes, espacios tranquilos llenos de vegetación o programas comunitarios como sesiones guiadas de meditación en parques podrían ser estrategias de bajo coste para mejorar la salud pública en las ciudades.
En el plano personal, Li reconoce que este trabajo ha cambiado sus propios hábitos: camina más al trabajo, presta más atención a los pájaros y plantas, y anima a sus amigos a buscar pequeños momentos de conexión con la naturaleza. “Me ha ayudado a ver que la naturaleza urbana no solo es buena para las ciudades: es buena para nosotros”, afirma.
Fuente: Revista Quo