Las dos principales vías de los humanos para recuperar energías son la alimentación y el descanso. Y cuando una de las dos falla suele afectar negativamente a la otra, como han señalado recientes investigaciones sobre la conexión entre sueño y nutrición. De hecho, los estudios científicos recientes revelan que las personas que peor duermen suelen comer más veces al día y elegir peor sus alimentos.
Por ejemplo, una investigación publicada en la revista especializada Sleep ha confirmado que incluso una pérdida pequeña de sueño puede predisponer "el riesgo del cerebro de una hiperactivación de los activadores del apetito en la vida diaria, lo que puede suponer un factor de obesidad y otros trastornos del estilo de vida". Así, marchar más tarde a la cama o adelantar un poco el despertados conducirá a más hambre durante el día, aunque solo sean unos minutos. El organismo tiene presupuestada cierta cantidad de energía y va a activar todos los mecanismos para
Además, los científicos comprobaron que a la inversa también se producen los beneficios. Según el estudio, cuando se descansa el tiempo necesario (cada perfil cuenta con unas necesidades propias) se reduce la hipersensibilidad a los estímulos de comida. Es decir, que no se abrirá el apetito fuera de las horas de comida habituales entre quienes han dormido bien.
Dormir peor, pensar peor
Por otra parte, una investigación publicada en la revista científica Journal of Applied Psychology ha sumado una nueva información relevante. No solo la falta de sueño aumenta el hambre sino que lleva a elegir peores opciones nutricionales porque el cerebro considera que son aceptables.
"Cuando no se duerme bien, es más probable arriesgarse, tomar malas decisiones, comer demasiado y elegir alimentos que no son buenos para la salud física"
"Dormir lo suficiente puede ayudarte a sentirse mejor, pensar mejor, tomar mejores decisiones y realizar las tareas diarias con menos esfuerzo. Sin embargo, cuando no se duerme bien, es más probable arriesgarse, tomar malas decisiones, comer demasiado y elegir alimentos que no son buenos para la salud física", explica el doctor Michael Breus, un especialista en sueño doctorado en la Universidad de Georgia (Estados Unidos).
Evidentemente, la conexión también ocurre en la otra dirección. "Los alimentos y bebidas que consumimos afectan la función de nuestros cuerpos, incluyendo nuestros comportamientos de sueño. Las investigaciones muestran que existe una asociación entre las deficiencias de vitaminas y minerales esenciales diarios y los problemas para dormir. Por ejemplo, una deficiencia de vitamina B1 puede causar trastornos del sueño. Los trastornos del sueño también son comunes en adultos mayores con deficiencia de magnesio", exponen los expertos de la fundación Sleep.
Existe un trastorno alimenticio relacionado con el sueño
La relación ha llegado a tal punto que existe un trastorno alimenticio relacionado con el sueño. Según los especialistas de la compañía de salud del sueño Sleep Doctor, puede derivar en que personas que comen mientras duermen y no recuerden haber ingerido algún alimento o bebida. En estos casos el riesgo es mayor porque en su trance casi de sonambulismo pueden comer carne cruda, comida del congelador o incluso productos de limpieza, lo que de por sí ya es un riesgo para la salud.
Según los especialistas, el perfil más frecuente con este trastorno son mujeres de entre 20 y 40 años y se relaciona con el sonambulismo.
Fuente: Men´s Health