La alegría se creo a mediados del siglo XVI, por Fray Martín de Valencia quien mezcló la semilla inflada del amaranto con miel de abeja. Su sabor entusiasmó tanto a los comensales que comenzaron a danzar y saltar de gusto, es por eso que llamó a ese dulce “alegría”.
A Manuel Soriano García, investigador del Instituto de Química de la Universidad Nacional Autónoma de México siempre le intrigó la razón por la que le decían “alegría” a ese dulce de origen prehispánico hecho de amaranto y miel.
Tras estudiar el amaranto determinó que entre otras propiedades, este contiene altos niveles de triptófano, un aminoácido esencial que ayuda a sintetizar la serotonina, una sustancia que está presente en las neuronas y es responsable de mantener en equilibrio nuestro estado de ánimo.
Gracias a este trabajo, Manuel Soriano García en 1999 recibió el Premio Nacional de Ciencia y Tecnología de Alimentos.
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