Cuando escuchamos las palabras berrinche o pataleta, la mayoría de nosotros nos imaginamos a un niño de 2 o 3 años tirado en el suelo y gritando. Sin embargo, los adultos también tienen rabietas. A veces, los “pierden” las emociones, siendo incapaces de traducir en palabras esa frustración, envidia, decepción.
Para el conductismo, esa corriente de la psicología que estudia el comportamiento humano en base a estímulos y respuestas, las rabietas son unas conductas claramente desadaptativas. No llevan a nada. Sin embargo, el que no conduzcan a nada concreto (o nada realmente útil) no significa, ni mucho menos, que esas dinámicas no tengan un significado detrás. Todo lo contrario, esos berrinches emocionales expresan un mensaje muy rico en contenido.
La pataleta, la rabieta o el berrinche emocional constituyen una reacción sobredimensionada ante una situación frustrante. Los niños, por ejemplo, suelen manifestar la rabia mediante gritos, lloros, patadas y un claro descontrol emocional. Hay diferentes intensidades, pero lo que siempre percibimos son conductas claramente desproporcionadas y un déficit en la comunicación y en la gestión de las emociones e impulsos.
En los adultos, esos berrinches no derivan en agresiones físicas, no hay patadas, golpes o mordiscos. Aún más, en gran parte de los casos pueden incluso pasar desapercibidas en su entorno más próximo.
En gran parte de los casos la rabieta es la demostración de una clara inmadurez emocional, una falta del sentido del yo que permita gestionar mejor las frustraciones, las decepciones. Sin embargo, no podemos dejar de lado otras realidades que todo buen profesional debería considerar con un adecuado diagnóstico.
- Los adultos también tienen rabietas, pero aquellos que las evidencian de forma recurrente pueden presentar algún trastorno de la personalidad, algún trastorno bipolar, desórdenes obsesivos-compulsivos, trastorno narcisista de la personalidad, etc.
- El estrés postraumático también puede estar detrás de esta conducta.
- Las personas con un trastorno del espectro autista también muestran estos comportamientos.
Fuente: La mente es maravillosa