Diversos estudios demuestran que, a diferencia de otros placeres más insanos, tener unas buenas vacaciones sirve para mejorar nuestra salud.
En un estudio de la empresa de viajes Kuoni y la organización Nuffield Health, una mitad de los participantes siguió realizando su vida habitual y la otra mitad disfrutó de un viaje de dos semanas por Tailandia, Perú o las Islas Malvinas. Tras terminar este periodo de tiempo, se midieron determinados valores y se compararon con los que tenían antes de las vacaciones para poder medir la incidencia que habían tenido en su salud.
Tras tener unos días libres, nuestro nivel anímico se eleva
Pese a que el bajo número de participantes no sirva para considerar concluyente a este estudio, las respuestas sí que fueron notorias entre los objetos del mismo.
Las principales conclusiones es que se mejoraron los valores de la presión arterial, la calidad de sueño y, por supuesto, los niveles de estrés. La presión arterial media de los que fueron de vacaciones disminuyó un 6%, lo que conlleva evitar los riesgos típicos de la hipertensión. Mientras, en aquellas personas que se quedaron sin vacaciones no sufrió apenas variaciones (subió 2%).
A estas ventajas se suman el incremento del estado anímico tras estos días de asueto, así como una pérdida de peso. Con estos resultados parece bastante beneficioso tomarse unos días de vacaciones de cuando en cuando para volver a asumir la realidad.
Sin embargo, ¿hasta qué punto siguen permaneciendo los beneficios de las vacaciones? No existe unanimidad respecto a este tema, pero los más pesimistas, a diferencia de este optimista experimento, afirman que no más de medio mes.
Si no se dispone de más vacaciones lo mejor es disfrutar más veces, pero menos tiempo
Estas son las conclusiones que saca Jessica de Bloom, profesora de la Universidad de Radboud (Países Bajos), de un estudio. Esta investigadora de psicología hizo un seguimiento a 96 trabajadores holandeses y atendió a cinco variables: estado de salud, de ánimo, tensión, energía y satisfacción.
En esta investigación, de la que se hace eco la BBC, los trabajadores observados volvieron en mejor estado del que se fueron, pero a diferencia del realizado por Nuffield Health, se prolongó el seguimiento durante más tiempo y se observó que los niveles empezaron a disminuir a partir de la primera semana, hasta desaparecer por completo los efectos positivos en solo dos.
Ante estas conclusiones tan poco halagüeñas, la solución que propone De Bloom es clara, disponer de más vacaciones. Pero esta respuesta probablemente no sea del agrado de una gran mayoría de jefes, por lo que el autor especializado en psicología Christian Jarret propone, pese a que no existan evidencias sobre la influencia de la duración en las vacaciones, realizar más descansos pero de mayor brevedad, para así poder disfrutar de más días libres entre las vacaciones de verano y las de Navidad para que no se nos haga cuesta arriba el otoño y la primavera.
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Fuente: Muy Interesante