Las enfermedades mentales con frecuencia son subestimadas por la sociedad. Aún cuando sus consecuencias llegan a ser fatales, el estigma que las rodea todavía se escuda en frases banales y creencias populares que insisten en minimizar su importancia.
Ante la problemática, la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió un comunicado para alertar a la población: tras numerosos estudios especializados, se reconoció como condición médica a tratar el Síndrome de Desgaste Ocupacional —conocido en inglés como burn-out—.
En particular, se habla de un trastorno mental de tipo depresivo o propio de la ansiedad, que es causado por sobrecarga de labores relacionadas al oficio o profesión de una persona.
Según Tarik Jasarevic —portavoz de la OMS— el burn-out describe los fenómenos surgidos en el contexto laboral y no debe aplicarse para hablar de experiencias en otras áreas de la vida. El término y los detalles sobre esta condición se encuentran en el glosario de la Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD, por sus siglas en inglés).
¿Cómo se diagnostica un burn-out?
Un caso de burn-out sólo puede ser diagnosticado con seguridad por un psiquiatra, pero puede ser detectado a tiempo por el paciente o sus allegados si se reconocen las siguientes señales:
- Cansancio crónico
- Sensación de pesimismo
- Taquicardias
- Dolores de cabeza o migrañas diarias
- Sudoración fría
- Insomnio
- Fiebre
- Desórdenes digestivos (estreñimiento prolongado, vómitos o diarrea)
- Culpa por realizar actividades recreativas o dedicarle tiempo al ocio
En Japón, el burn-out fue reconocido desde la década de los 80 bajo el término Karoshi. En el país oriental, se explicaba como el estrés en las oficinas que terminaba conduciendo a la muerte por falta de descanso adecuado o por crisis laborales culminadas en suicidio.
Un caso reciente de Karoshi puso en jaque las leyes laborales japonesas, ya que en 2016 la ciudadana Matsuri Takahashi —de 24 años de edad— se quitó la vida por el fracaso de un proyecto publicitario en el que estuvo trabajando más de 159 horas extra.
La agencia Dentsu —empresa para la que Matsuri trabajaba— reconoció la explotación de la joven y lamentó su pérdida ante los medios de comunicación. A pesar de ello, los directivos sólo tuvieron que pagar una multa de 481 mil 938 yenes (unos 4 mil 400 USD) por medio de una sanción civil. La sociedad japonesa se conmocionó ante una penalización tan raquítica para "compensar" una negligencia tan grave.
El burn-out continúa siendo estudiado a fondo, pero la realidad es que a nivel global se requieren de políticas empresariales que ayuden a preservar la salud e integridad del trabajador. Es necesario que se deje de romantizar la explotación y que el abuso deje de verse como normal o como " la virtud de comprometerse con la empresa".
¿Alguna vez has sentido algo parecido al burn-out?, cuéntanos tu opinión en los comentarios.
#PiensaPositivo
Fuente: Vix