La deshidratación se produce cuando una persona pierde más líquidos de los que está incorporando en su cuerpo. Suele ocurrir en situaciones de mucho calor, en las que se suda más de lo habitual, o tras realizar actividades deportivas que requieran de gran esfuerzo y sin descansar adecuadamente. La falta de líquidos puede provocar sensaciones de mareo o desorientación, además de dificultar el correcto funcionamiento de las funciones del cuerpo. Aunque es especialmente peligrosa en niños pequeños y personas ancianas, la deshidratación puede afectar a cualquier persona y tener consecuencias mayores de las que se cree. Un nuevo estudio ha investigado cómo afecta la falta de líquidos en el cuerpo al funcionamiento del cerebro.
Un equipo del Instituto Tecnológico de Georgia ha utilizado escáneres cerebrales y tareas sencillas y repetitivas pensadas para evaluar la capacidad de respuesta de sujetos que habían perdido muchos líquidos y no se habían rehidratado.
La deshidratación hizo que los sujetos de estudio cometieran más errores y determinadas áreas de sus cerebros mostraran cambios significativos. Los trece voluntarios realizaron las tareas asignadas en tres escenarios distintos: en reposo e hidratados, después de situaciones de calor prolongado, ejercicio y sudoración pero bebiendo agua durante el ejercicio o después de situaciones de calor prolongado, ejercicio y sudoración sin agua. Todos los sujetos completaron las tareas en habitaciones con aire acondicionado y con un descanso tras la actividad extenuante.
Las pruebas que tuvieron que llevar a cabo consistían en, durante 20 minutos, pulsar un botón cada vez que un cuadrado amarillo apareciera en pantalla, pudiendo ocurrir esto según patrones regulares o al azar. Se pretendía evitar la complejidad cognitiva para que el proceso neuronal fuese lo más similar posible al utilizado normalmente en movimientos repetitivos.
Otros estudios han demostrado que este tipo de respuestas neuronales son las que se producen en funciones motoras repetitivas como trabajos manuales o ejercicios militares. La monotonía de estos procesos puede provocar faltas de atención que se acentúan en situaciones de calor, estrés o pérdida de líquidos.
Durante el experimento, cuando los participantes realizaban ejercicio, sudaban y bebían agua, unos espacios en el centro de su cerebro que se llenan de líquido, llamados ventrículos, se contraían. Por el contrario, el ejercicio y la deshidratación provocaban que los ventrículos se expandieran. Las imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI por sus siglas en inglés) revelaron estas diferencias, pero el mejor o peor rendimiento en el desarrollo de las tareas no puede explicarse a partir de este cambio en el tamaño de los ventrículos cerebrales.
Sin embargo, durante la deshidratación se observaron otras alteraciones en los patrones de activación neuronal, activándose con mayor intensidad las áreas necesarias para completar la tarea y otras que no son necesarias. Los investigadores creen que esto último se debe a una respuesta del estado fisiológico del cuerpo diciendo “estoy deshidratado”. Mindy Millard-Stafford, líder del proyecto, afirma que “incluso estando hidratados, el calor y el ejercicio también afectó a los sujetos durante la tarea, pero en menor medida que la deshidratación”.
El estudio también decidió comprobar los efectos de la sobre-hidratación en los sujetos. La hiponatremia o intoxicación por agua se produce cuando el plasma sanguíneo queda demasiado diluido y la concentración de sodio en la sangre baja en exceso, quedando descompensada frente a una cantidad de agua en aumento.
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Fuente: Muy Interesante