Según un estudio publicado en la revista científica Nature, también hay un componente biológico importante que cambia los cerebros de las madres. «El embarazo altera el tamaño y la estructura de las áreas del cerebro encargadas de percibir los sentimientos y las perspectivas de los demás», explica el New York Times. La materia gris de las madres se reduce y las áreas del cerebro relacionadas a la cognición social cambia y puede permanecer así hasta dos años después del nacimiento, pero esto no es algo necesariamente malo.
Para realizar el estudio los investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona siguieron a 25 mujeres durante cinco años. Escanearon sus cerebros antes y pocos meses de haber dado a luz y, para comparar, también lo hicieron con 20 mujeres que nunca habían tenido hijos.
Lo que descubrieron fue que las madres habían perdido la materia gris en las áreas del cerebro relacionadas con cognición social, pero eso no significa que sean tontas ni menos sociales, es que el cerebro intenta hacerse más eficiente. «La pérdida del volumen no se traduce necesariamente en pérdida de las funciones», explicó Elseline Hoekzema, co-autora del estudio, «a veces menos es más, [la pérdida de materia gris] puede representar un reajuste de las sinapsis en redes neuronales más eficientes».
¿Qué significa esto? El embarazo, según la investigadora, hace que el cerebro de una mujer se especialice en «las habilidades de reconocer las necesidades de sus hijos, las amenazas sociales o fortalecer el vínculo de madre e hijo».
Sin embargo, la pérdida no cambia las capacidades de las madres. Los científicos realizaron pruebas para conocer las habilidades cognitivas de las madres antes y después del embarazo y descubrieron que «no hubo pérdida de memoria o de capacidades verbales y eso es evidencia en contra del mito común del "cerebro de mamá"», explicó al New York Times la profesora de neurociencia cognitiva del Instituto de Tecnología de Massachusetts, Rebecca Saxe.
En conclusión, el cerebro de las mamás sí pasa por algunos cambios, pero el estudio fue muy corto y acotado para saber con seguridad de qué manera las afecta en la realidad. Por ahora el «cerebro de mamá» sigue siendo una verdad a medias, pero en el futuro quizás deje de serlo.
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Fuente: New York Times.