Las personas que sufren cherofobia siempre presienten que detrás de cada experiencia viene algo malo. Por tanto, es un temor al sufrimiento desconsolador
Distintos estudios médicos, han comprobado que hay gente que evita a toda costa cualquier experiencia que le provoque felicidad. Se trata de un padecimiento conocido como cherofobia y que se refiere a las personas que le tienen aversión a la felicidad.
Por ello, las personas que lo padecen, evitan involucrarse en cualquier actividad que pueda conducir a la felicidad.
Los expertos señalan que es la ansiedad del siglo XXI y su premisa es que como la felicidad es efímera, como un estado de ánimo temporal, siempre se irá y dejará un inevitable sentimiento de dolor y frustración por el que los cherofóbicos temen pasar.
Las personas que sufren cherofobia siempre presienten que detrás de cada experiencia viene algo malo. Por tanto, es un temor al sufrimiento desconsolador, por lo que prefieren evitar estas experiencias a cambio de ahorrarse las decepciones y la desilusión, entre otras consecuencias negativas de la dicha.
Las personas con este trastorno prefieren mantenerse al margen de todo aquello que pueda proporcionarles placer y diversión y evitar un posible evento negativo provocado por la baja tolerancia a la frustración y al malestar.
Por ejemplo, hay personas que no pueden superar una ruptura amorosa y prefieren no enamorarse más, por lo que prefieren renunciar a buscarse otra relación de pareja.
De acuerdo con varios expertos, el miedo a la felicidad está muy presente en la vida de las personas y se presenta al final de los tratamientos psicológicos, ya sea de manera notoria o velada.
Los pacientes pueden vivir muchos años pensando que no son merecedores de cosas que desean, se sabotean sus metas por problemas que aparentemente no dependen de ellos o parecen imposibles de cambiar y cuando los empiezan a dejar atrás, surge el miedo aterrador a ser feliz y lograr sus sueños.
“Muchas veces este miedo es una defensa para poder estar en el mundo y no ser responsable de lo que nos ocurre”, dice, “vivir la felicidad es una responsabilidad. Los comportamientos que teníamos y nos hacían infelices tenían una función muy importante en nuestra vida para nuestra supervivencia y nos procuraban ganancias. Abandonarlos, a menudo no es tan fácil”, afirma la psicóloga Carmen González, en entrevista con el diario Milenio.
Otro de los síntomas de este padecimiento es una ansiedad anticipatoria, en la ge la gente evita participar en cualquier evento social o que rechace todo tipo de oportunidades por miedo a que algo suceda y pesimismo generalizado.
Algunos de los tratamientos con mejores resultados para esta enfermedad son la terapia cognitivo-conductual (TCC), el uso de técnicas de relajación y atreverse a hacer todas esas actividades que provocan felicidad.
Los psicólogos afirman que el tratamiento con esta enfermedad consiste en “trabajar en las creencias que la persona tiene sobre la felicidad poniéndolas a prueba mediante una técnica llamada ‘reestructuración cognitiva’ con el fin de encontrar pensamientos alternativos más racionales que se ajusten a la realidad y, también, por moldear su intolerancia al sufrimiento a través de la gestión emocional”.
Como resultado, la gente con este padecimiento puede “disfrutar más de las cosas que vienen y del momento presente y no tanto del futuro, que es incierto. Perder lo que se tiene, que los buenos momentos acaben, es un proceso natural y hay que aceptarlo mientras se disfruta de ello el máximo tiempo posible”.
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Fuente: Teoremaambiental.com