El diseño de las plataformas contribuye a que perdamos la noción del tiempo que pasamos en ellas, generando conflictos y un sentimiento de culpa, según una investigación.
Los trastornos del sueño, la baja satisfacción con la vida y la baja autoestima son solo algunas de las consecuencias negativas para la salud mental que las investigaciones han relacionado con las redes sociales. De alguna manera, las mismas plataformas que pueden ayudar a las personas a sentirse más conectadas e informadas también contribuyen a la soledad y la desinformación. Los científicos informáticos sostienen que el éxito y el fracaso dependen del diseño de estas plataformas. Amanda Baughan, estudiante de posgrado especializada en la interacción entre persona y ordenador, un subcampo de la informática, en la Universidad de Washington, sugiere que la investigación interdisciplinar podría servir para mejorar plataformas y aplicaciones.
En la conferencia de 2022 sobre ordenadores e interacción humana (CHI, por sus siglas en inglés) de la Asociación de Maquinas Computacionales, celebrada en mayo, presentó los resultados de un proyecto reciente en el que se estudiaba cómo las redes sociales desencadenan lo que los psicólogos llaman «disociación», es decir, un estado de reducción de la autorreflexión y de la atención. Baughan habló con la editora de Mind Matters, Daisy Yuhas, para explicar cómo y por qué las aplicaciones deben cambiar para dar más poder a las personas que las utilizan.
[A continuación, una transcripción editada de la entrevista.]
Usted ha demostrado que cambiar las alertas y la forma de presentar la información en las redes sociales puede mejorar el bienestar, incluso en personas que están muy en desacuerdo con los temas tratados. ¿Puede poner un ejemplo?
El diseño de las redes sociales puede influir mucho en la forma en que las personas interactúan entre sí y en cómo se sienten con respecto a sus experiencias digitales. Por ejemplo, hemos descubierto que el diseño de las redes sociales puede ayudar a las personas a sentirse más solidarias y amables en momentos de conflicto en línea, siempre que la plataforma establezca sutiles llamadas de atención virtuales destinadas a fomentar ese tipo de conductas.
En un estudio, diseñamos una intervención que animaba a las personas que empezaban a hablar de algo polémico en un hilo de comentarios a cambiar a la mensajería directa. Los participantes respondieron de forma muy positiva. Les ayudó a resolver su conflicto y reprodujeron una estrategia que utilizamos cuando interactuamos cara a cara: las personas que mantienen una discusión pública se trasladan a un espacio privado para resolver los asuntos.
También ha abordado un problema relacionado con el uso de las redes sociales llamado «factor de asco de 30 minutos», un término acuñado por Alexis Hiniker, su asesor de posgrado y científico informático de la Universidad de Washington. ¿En qué consiste tal fenómeno?
Nos perdemos muy rápidamente en las redes sociales. Cuando las personas nos encontramos con una plataforma en la que uno puede desplazarse por la pantalla infinitamente para obtener más información, puede desencadenar un sistema de recompensa neurocognitiva similar al de anticipar ganar la lotería o conseguir comida.
Es una forma poderosa para que el usuario continúe desplazándose por la pantalla y siga revisando la información que sigue apareciendo. El «factor del asco de los 30 minutos» se produce cuando los usuarios pretenden consultar brevemente sus redes sociales, pero luego se dan cuenta de que han pasado 30 minutos. El percatarse de ello les genera una sensación de asco y decepción para con ellos mismos. La investigación ha demostrado que las personas se encuentran insatisfecha con este uso habitual de las redes sociales. Mucha gente lo califica de insignificante, improductivo o adictivo.
Ha defendido que esta experiencia es menos una cuestión de adicción y más un problema de «disociación». ¿A qué se refiere, exactamente?
La disociación es un proceso psicológico que adopta muchas formas. En la disociación más común y cotidiana, tu mente se encuentra tan absorta que estás desconectado de tus acciones. Puedes estar lavando platos, empezar a soñar despierto y no prestar atención a al proceso que tienes entre tus manos. O puedes buscar experiencias de inmersión —ver una película, leer un libro o jugar a un juego— que te envuelva de tal manera que pierdas la noción del tiempo y olvides dónde te hallas. Durante estas actividades, el sentido de autoconsciencia reflexiva y el paso del tiempo se reducen.
Las personas solo se dan cuenta de que se han disociado en retrospectiva. La atención se recupera con la sensación de «¿Qué acaba de pasar?» o «¡Se me ha dormido la pierna mientras veíamos esa película!». La disociación puede ser algo positivo, sobre todo, si se trata de una experiencia absorbente, una actividad relevante o un descanso necesario. Pero también puede ser perjudicial en ciertos casos, como en el juego, o entrar en conflicto con los objetivos de control del tiempo de las personas, como ocurre cuando navegas verticalmente por las redes sociales.
¿Cómo se mide la disociación de las personas en las redes sociales?
Trabajamos con 43 participantes que utilizaron una aplicación móvil personalizada que creamos llamada Chirp para acceder a sus cuentas de Twitter. La aplicación permitía a los usuarios interactuar con el contenido de Twitter y, al mismo tiempo, nos permitía hacerles preguntas y probar intervenciones. Así, cuando los participantes utilizaban Chirp, después de un número determinado de minutos, les enviábamos un cuestionario basado en una escala psicológica para medir la disociación.
Les preguntábamos hasta qué punto estaban de acuerdo con la afirmación «En este momento estoy usando Chirp sin prestar realmente atención a lo que estoy haciendo» en una escala de 1 a 5. También entrevistamos a 11 personas para saber más. Los resultados mostraron que la disociación se producía en el 42 por ciento de nuestros participantes; además, indicaban con regularidad que perdían la noción del tiempo o que se sentían «absortos».
También diseñó cuatro intervenciones que modificaron la experiencia de los usuarios de Twitter en Chirp para reducir la disociación. ¿Cuál funcionó?
Las más exitosas fueron las listas personalizadas y las etiquetas del historial de lectura. En las listas personalizadas, obligamos a los usuarios a categorizar el contenido que seguían como «deportes», «noticias» o «amigos».
Entonces, en lugar de interactuar con el contenido sindicado principal de Twitter, se dedicaban solo al contenido de estas listas. A ese enfoque se le añadió una intervención relacionada con el historial de lectura, por la cual los usuarios recibían un mensaje cuando se ponían al día con los tuits más recientes. En lugar de seguir desplazándose por la pantalla, se les avisaba de lo que ya habían visto, por lo que se centraban solo en el contenido más reciente. Estas intervenciones redujeron la disociación. Además, los participantes afirmaron que se sentían más seguros si revisaban sus cuentas de las redes sociales con estas modificaciones. En otro diseño, las personas recibían mensajes cronometrados en los que se les informaba del tiempo que llevaban en Chirp y se les sugería que lo abandonaran. También tenían la opción de entrar en una página que les mostraba estadísticas: por ejemplo, el tiempo que habían pasado en Chirp en los últimos siete días.
Estas dos soluciones resultaron eficaces si los usuarios optaban por utilizarlas. Sin embargo, muchos las ignoraron. Además, los participantes pensaban que los mensajes cronometrados eran molestos. Estos resultados despiertan interés porque numerosas de las herramientas para la gestión del tiempo más populares se parecen a estas notificaciones de tiempo y uso.
Entonces, ¿qué podrían modificar las empresas de las redes sociales? ¿Cuentan con algún incentivo para ello?
En la actualidad, existen múltiples elementos que van en contra de los usuarios de las redes sociales. Es imposible ponerse al día en las redes sociales, sobre todo si se considera el contenido insertado de forma algorítmica, como los tuits que son tendencia en Twitter o la página «Para ti», de TikTok. Pero creo que hay esperanza de que ajustes relativamente sencillos en el diseño de las redes sociales, como son las listas personalizadas, puedan marcar la diferencia.
Es importante señalar que las listas personalizadas redujeron de manera notable la disociación de las personas, pero no afectaron significativamente el tiempo de uso de la aplicación. Para mí, eso indica que reducir la disociación de las personas puede no ir en contra de los objetivos de ingresos de las empresas dedicadas a las redes sociales, como se podría intuir en un principio. Hemos comprobado que las personas valoran poder entrar en una plataforma, conectarse con quien quieren comunicarse, consumir los medios de comunicación que les gustan, encontrar la información que es relevante y luego ser incentivados de forma sutil a salir de la plataforma de una manera que se ajuste a sus objetivos de gestión del tiempo. Las redes sociales podrían ocupar un lugar saludable y significativo en la vida de las personas. Pero no es así como se están diseñadas ahora.
La disociación es un proceso psicológico que adopta muchas formas. En la disociación más común y cotidiana, tu mente se encuentra tan absorta que estás desconectado de tus acciones. Puedes estar lavando platos, empezar a soñar despierto y no prestar atención a al proceso que tienes entre tus manos. O puedes buscar experiencias de inmersión —ver una película, leer un libro o jugar a un juego— que te envuelva de tal manera que pierdas la noción del tiempo y olvides dónde te hallas. Durante estas actividades, el sentido de autoconsciencia reflexiva y el paso del tiempo se reducen.
Las personas solo se dan cuenta de que se han disociado en retrospectiva. La atención se recupera con la sensación de «¿Qué acaba de pasar?» o «¡Se me ha dormido la pierna mientras veíamos esa película!». La disociación puede ser algo positivo, sobre todo, si se trata de una experiencia absorbente, una actividad relevante o un descanso necesario. Pero también puede ser perjudicial en ciertos casos, como en el juego, o entrar en conflicto con los objetivos de control del tiempo de las personas, como ocurre cuando navegas verticalmente por las redes sociales.
¿Cómo se mide la disociación de las personas en las redes sociales?
Trabajamos con 43 participantes que utilizaron una aplicación móvil personalizada que creamos llamada Chirp para acceder a sus cuentas de Twitter. La aplicación permitía a los usuarios interactuar con el contenido de Twitter y, al mismo tiempo, nos permitía hacerles preguntas y probar intervenciones. Así, cuando los participantes utilizaban Chirp, después de un número determinado de minutos, les enviábamos un cuestionario basado en una escala psicológica para medir la disociación.
Les preguntábamos hasta qué punto estaban de acuerdo con la afirmación «En este momento estoy usando Chirp sin prestar realmente atención a lo que estoy haciendo» en una escala de 1 a 5. También entrevistamos a 11 personas para saber más. Los resultados mostraron que la disociación se producía en el 42 por ciento de nuestros participantes; además, indicaban con regularidad que perdían la noción del tiempo o que se sentían «absortos».
También diseñó cuatro intervenciones que modificaron la experiencia de los usuarios de Twitter en Chirp para reducir la disociación. ¿Cuál funcionó?
Las más exitosas fueron las listas personalizadas y las etiquetas del historial de lectura. En las listas personalizadas, obligamos a los usuarios a categorizar el contenido que seguían como «deportes», «noticias» o «amigos». Entonces, en lugar de interactuar con el contenido sindicado principal de Twitter, se dedicaban solo al contenido de estas listas. A ese enfoque se le añadió una intervención relacionada con el historial de lectura, por la cual los usuarios recibían un mensaje cuando se ponían al día con los tuits más recientes. En lugar de seguir desplazándose por la pantalla, se les avisaba de lo que ya habían visto, por lo que se centraban solo en el contenido más reciente. Estas intervenciones redujeron la disociación.
Además, los participantes afirmaron que se sentían más seguros si revisaban sus cuentas de las redes sociales con estas modificaciones. En otro diseño, las personas recibían mensajes cronometrados en los que se les informaba del tiempo que llevaban en Chirp y se les sugería que lo abandonaran. También tenían la opción de entrar en una página que les mostraba estadísticas: por ejemplo, el tiempo que habían pasado en Chirp en los últimos siete días. Estas dos soluciones resultaron eficaces si los usuarios optaban por utilizarlas. Sin embargo, muchos las ignoraron. Además, los participantes pensaban que los mensajes cronometrados eran molestos.
Estos resultados despiertan interés porque numerosas de las herramientas para la gestión del tiempo más populares se parecen a estas notificaciones de tiempo y uso.
Entonces, ¿qué podrían modificar las empresas de las redes sociales? ¿Cuentan con algún incentivo para ello?
En la actualidad, existen múltiples elementos que van en contra de los usuarios de las redes sociales. Es imposible ponerse al día en las redes sociales, sobre todo si se considera el contenido insertado de forma algorítmica, como los tuits que son tendencia en Twitter o la página «Para ti», de TikTok. Pero creo que hay esperanza de que ajustes relativamente sencillos en el diseño de las redes sociales, como son las listas personalizadas, puedan marcar la diferencia. Es importante señalar que las listas personalizadas redujeron de manera notable la disociación de las personas, pero no afectaron significativamente el tiempo de uso de la aplicación. Para mí, eso indica que reducir la disociación de las personas puede no ir en contra de los objetivos de ingresos de las empresas dedicadas a las redes sociales, como se podría intuir en un principio.
Hemos comprobado que las personas valoran poder entrar en una plataforma, conectarse con quien quieren comunicarse, consumir los medios de comunicación que les gustan, encontrar la información que es relevante y luego ser incentivados de forma sutil a salir de la plataforma de una manera que se ajuste a sus objetivos de gestión del tiempo. Las redes sociales podrían ocupar un lugar saludable y significativo en la vida de las personas. Pero no es así como se están diseñadas ahora.
¿Qué es lo más importante que deben saber los usuarios de las redes sociales en este momento?
En primer lugar, no deben avergonzarse de sus hábitos en las redes sociales. Miles de personas están empleadas para hacer que deslicen el pulgar hacia arriba en la pantalla y continúen mirando la información que aparece de forma continuada. Traslademos la responsabilidad de diseñar experiencias seguras y satisfactorias de los usuarios a las empresas.
En segundo lugar, familiarízate con las herramientas de bienestar que ya se ofrecen. TikTok ofrece una función que, cada hora, le informa al usuario de que lleva un buen rato desplazándose por la pantalla y que debería considerar un descanso. En Twitter, las listas personalizadas son una función que ya existe; solo que no es la opción por defecto. Si más personas empiezan a utilizar tales herramientas, ello podría convencer a estas empresas para que las perfeccionen. Lo más importante es que apuesten por personas interesadas en regular la tecnología. Creo que es ahí donde vamos a ver los mayores cambios.
Fuente: InvestigaciónyCiencia