Estar cansado dificulta reprimir los recuerdos desapacibles. Ello puede afectar, sobre todo, a las personas con depresión o trastorno por estrés postraumático.
Las experiencias desagradables o traumáticas pueden emerger de manera involuntaria en la memoria cuando ciertas señales o estímulos favorecen que se vuelvan a rememorar. Estos recuerdos «intrusivos» son los más comunes en el trastorno por estrés postraumático (TEPT), así como en la depresión. Las intrusiones frecuentes y prolongadas se relacionan con un peor bienestar y la dificultad para regular las emociones. Sin embargo, los factores que contribuyen a su supresión son poco conocidos. Un equipo dirigido por Marcus Harrington, de la Universidad de York, ha investigado el papel que desempeña el sueño en este proceso.
Según publican los investigadores en Clinical Psychological Science, en el laboratorio y por la noche solicitaron a 59 participantes sanos que aprendieran a combinar una serie de retratos con otra imagen que mostraba una escena neutra o bien una que evocaba una emoción (por ejemplo, una situación triste, amenazante o desagradable). A continuación, dejaron dormir a la mitad de los participantes, mientras que el resto tuvo que permanecer despierto durante toda la noche. A la mañana siguiente, presentaron a los sujetos los retratos y se les pidió que indicaran la segunda foto correspondiente o que suprimieran de manera activa el pensamiento de la misma.
Los voluntarios que no habían dormido tenían más dificultad para bloquear el recuerdo de las imágenes desagradables, según informaron ellos mismos. En cambio, los que habían podido descansar manifestaron una mayor facilidad para evitar el recuerdo de las fotos no deseadas.
Los investigadores concluyen que las alteraciones del sueño, síntoma común en el TEPT y la depresión, podrían favorecer los pensamientos intrusivos. Con todo, mediante psicoterapia se puede aprender a controlar los pensamientos no deseados.
Fuente: InvestigaciónyCiencia