Sabemos distinguir una burda agresión y una relación tóxica. La vemos en un tortazo o puñetazo, en una patada, en un empujón o tirón de pelos. La entendemos en un insulto verbal, en cualquier palabra de desprecio. La violencia, cuando es obvia, no admite confusión posible. Pero existe otro tipo de agresividad, la silenciosa, la pasiva, que puede hacer el mismo daño y es más difícil de distinguir.
Es la violencia que se siente pero no se hace, la agresión que se intuye pero no se identifica con claridad. Hablamos de las personas pasivo-agresivas, las que sufren ese trastorno de la personalidad que les convierte en gente que huye por sistema del enfrentamiento directo, pero siempre encuentra un subterfugio para inocular su veneno.
Vamos a poner algunos ejemplos que a todos nos pueden sonar: un compañero de trabajo te deja de repente de saludar. Te lo has encontrado estos días cuatro veces por los pasillos y no te ha dicho ni hola ni mirado a la cara siquiera. No sabes qué ha podido pasar, no sabes si le ocurre algo, pero intuyes que algo va mal. Te hace sentir horrible.
Otro ejemplo: vas a salir a cenar con tu pareja, esa noche te toca elegir a ti restaurante y él se lo monta de tal manera que llegáis tarde, cuando sabes perfectamente que suele ser puntual y lo está haciendo para fastidiarte. Los pasivo agresivos a veces se comportan de esa forma por un motivo en concreto –como castigo a una discusión previa, etc.– pero otras no tiene por qué haber pasado nada para que tengan comportamientos de ese estilo, para que muestren su pasivo agresividad con el objetivo de hacer daño.
Habrás sentido esas agresiones silenciosas alguna vez en la vida. Puede incluso que tú hayas caído alguna vez en esa trampa y te hayas convertido en el agresor pasivo. Pero la pasivo agresividad como trastorno va más allá de tener la manía de soltar dardos invisibles.
Las señales que indican que una persona es pasivo agresiva.
Tienden a ignorarte
Ni te hablan ni te contestan ni te miran a la cara. Niegan tu presencia. Este comportamiento no es especialmente silencioso, puesto que es muy obvio; pero según Brogaard, puedes encontrarte con ocasiones en las que te lo hagan sin que sea tan evidente: "Cuando un compañero de trabajo no te ha saludado hoy en el pasillo, no sabes si ha sido casualidad o debilerado. Lo mismo ocurre cuando te ignoran en una reunión".
Insultos sutiles
Si te lanzan un insulto directo, te das cuentas y, si quieres, te puedes defender. Pero los insultos sutiles pueden ser más difíciles de reconocer. Por ejemplo, un amigo intenta decirte un cumplido pero en realidad es un insulto camuflado. Un ejemplo: has hecho un buen trabajo, casi tan bueno como el suyo.
Siempre están de mal humor
O melancólicos o tristes, nunca están bien. Por ejemplo, explica la psicóloga, una persona puede optar por responder a un comentario trivial de una forma ligeramente negativa. Alguien hosco no sonríe. Las personas que muestran un comportamiento sombrío pueden quejarse sutilmente de todo lo que les rodea, hacer que todos se sientan incómodos y tristes sin saber muy bien por qué.
Terquedad
Defienden su postura rigurosamente y tendrán buenos argumentos, por lo que no se puede descartar fácilmente que lo están diciendo sin razonamiento alguno. Sin embargo, se intuye que defienden su posición sólo porque sabe que habrá a quien le moleste escucharlo.
Por lo general, son personas que se escaquean
Dejan la responsabilidad total a otros o asumen una tarea y luego no la terminan a tiempo. Si esto es un resultado del estrés relacionado con el trabajo, problemas en el hogar o la simple procastinación, entonces puede que no sea un caso de comportamiento pasivo agresivo. Pero si es frecuente y no atribuible a factores externos independientes, según la psicóloga, puede ser algo deliberado y entrar dentro de la agresividad silenciosa.
¿Cómo lidiar con ellos?
Según Brogaard, por lo general "no ayuda hacerles ver lo que están haciendo, pues esto puede hacer que aumente este tipo de agresiones silenciosas hacia ti". El enfoque más efectivo, según la psicóloga, es "ignorar ese comportamiento y fingir que no lo notas. Si cree que no te afecta, no conseguirá lo que quiere y terminará con sus agresiones por tu falta de reacción".
Si eres incapaz de ignorarlo, la experta te recomienda que mantengas la distancia con esas personas. Y si no puedes alejarte, lo mejor es que reduzcas al mínimo el contacto.
Fuente BAZAAR