Vivir en la ciudad aumenta el riesgo de padecer enfermedades mentales, un estudio demuestra que una hora de paseo en la naturaleza reduce el estrés causante de estos trastornos
Tras un paseo de 60 minutos por la naturaleza, disminuye la actividad de las regiones cerebrales implicadas en el procesamiento del estrés. Este es el hallazgo de un reciente estudio del Grupo Lise Meitner de Neurociencia Ambiental del Instituto Max Planck para el Desarrollo Humano, publicado en Molecular Psychiatry.
Vivir en una ciudad es un conocido factor de riesgo para desarrollar un trastorno mental, mientras que vivir cerca de la naturaleza es ampliamente beneficioso para la salud mental y el cerebro. Se ha demostrado que una región central del cerebro implicada en el procesamiento del estrés, la amígdala, se activa menos por el estrés en las personas que viven en zonas rurales, en comparación con las que viven en las ciudades, lo que apunta a los posibles beneficios de la naturaleza.
Esto es algo que comprendemos intuitivamente, pero hasta ahora no se había podido desentrañar el problema del huevo y la gallina, es decir, si la naturaleza causaba realmente los efectos en el cerebro o si los individuos más o menos susceptibles a estas enfermedades elegían vivir en regiones rurales o urbanas.
Para conseguir pruebas causales, los investigadores examinaron la actividad cerebral de las regiones implicadas en el procesamiento del estrés en 63 voluntarios sanos antes y después de un paseo de una hora por el bosque de Grünewald o por una calle comercial con tráfico en Berlín, utilizando imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf). Los resultados del estudio revelaron que la actividad en la amígdala disminuyó tras el paseo por la naturaleza, lo que sugiere que la naturaleza provoca efectos beneficiosos en las regiones cerebrales relacionadas con el estrés.
Los resultados no solo apoyan la relación positiva que se había supuesto anteriormente entre la naturaleza y la salud del cerebro, sino que este es el primer estudio que demuestra una relación causal. Curiosamente, la actividad cerebral después del paseo urbano en estas regiones permaneció estable y no mostró incrementos. Esto desmiente la teoría de que la exposición urbana causa estrés adicional.
Los autores demuestran que la naturaleza tiene un impacto positivo en las regiones cerebrales implicadas en el procesamiento del estrés y que puede observarse ya después de un paseo de una hora. Esto contribuye a la comprensión de cómo nuestro entorno físico afecta a la salud cerebral y mental. Incluso una breve exposición a la naturaleza disminuye la actividad de la amígdala, lo que sugiere que un paseo por la naturaleza podría servir como medida preventiva contra el desarrollo de problemas de salud mental y amortiguar el impacto potencialmente desventajoso de la ciudad en el cerebro.
Los resultados van en consonancia con un estudio anterior que mostraba que los habitantes de la ciudad que vivían cerca del bosque tenían una estructura de la amígdala fisiológicamente más sana y, por tanto, presumiblemente eran más capaces de hacer frente al estrés. Este nuevo estudio vuelve a confirmar la importancia de que las políticas de diseño urbano creen más zonas verdes accesibles en las ciudades para mejorar la salud mental y el bienestar de los ciudadanos.
Para investigar los efectos benéficos de la naturaleza en diferentes poblaciones y grupos de edad, los investigadores trabajan actualmente en un estudio que examina cómo un paseo de una hora en entornos naturales frente a los urbanos repercute en el estrés de las madres y sus bebés.
Fuente: Quo