Dormir menos de lo necesario debilita el sistema inmune y afecta negativamente a las habilidades mentales y el estado emocional
El sueño es, con frecuencia, una de las rutinas saludables más infravaloradas. Dormir las horas necesarias y tener un descanso de calidad es un placer para unos y un lujo para otros. Y lo que muchas personas no saben es que tener una buena rutina del sueño es fundamental para nuestra salud física y mental.
La National Sleep Fundation (Fundación Nacional del Sueño de Estados Unidos) convocó a un grupo interdisciplinar de expertos, que representaban a distintas organizaciones, para evaluar la literatura científica sobre las recomendaciones de duración del sueño a lo largo de la vida.
Las personas que no duermen bien, pueden mostrar signos de problemas de salud graves
El panel estuvo de acuerdo en cuánto tiempo tendrían que dormir, según la edad, las personas sanas.
La duración adecuada del sueño
- Para recién nacidos, entre 14 y 17 horas.
- Para los bebés, entre 12 y 15 horas.
- Niños pequeños, entre 11 y 14 horas.
- En edad preescolar, entre 9 y 11 horas.
- Adolescentes, entre 8 y 10 horas.
- Adultos jóvenes, entre 7 y 9 horas.
- Adultos mayores, entre 7 y 8 horas.
Concluyeron que los requisitos varían a medida que se transita por las distintas etapas vitales y también en función de las características de las personas. Y lo más importante es que advirtieron de que “las personas que habitualmente duermen fuera del rango normal, pueden mostrar signos o síntomas de problemas de salud graves, comprometiendo la salud y el bienestar”.
Cansancio, mal humor y aturdimiento
La revista Healthline, publicó recientemente una actualización sobre los efectos de la privación del sueño. Destaca entre ellos cansancio, mal humor y aturdimiento. A largo plazo, “drena las habilidades mentales y pone la salud física en riesgo real”. Dormir menos de lo necesario hace que el sistema inmunitario se debilite, porque las funciones que el cuerpo realiza mientras dormimos son importantísimas.
El sueño es fundamental, dice la publicación, para que el sistema nervioso central, “principal autopista de información del cuerpo” funcione correctamente. Durante las horas de descanso, se forman conexiones neuronales “que ayudan a recordar la información aprendida”. Por contra, su privación, “deja al cerebro exhausto”. Pueden también surgir problemas de concentración y aprendizaje y “afectar negativamente a las habilidades mentales y el estado emocional”.
La calidad del sueño aporta felicidad
“Es un hecho que las personas más felices duermen más que las que se encuentran sometidas a emociones negativas”. Así lo dice el Instituto Europeo del Sueño en un artículo titulado La felicidad está en dormir con calidad asegura que en la medida que aprendemos a gestionar las emociones, disfrutamos de un sueño reparador.
La alegría es “una emoción agradable que se produce en respuesta a una experiencia positiva”, lo que “dispara las hormonas que hacen bien al organismo y favorecen la actividad cerebral necesaria para dormir mejor”. De la misma forma, al disfrutar del descanso necesario “el día se proyecta mucho más positivo, productivo y feliz”. La cantidad y calidad del descanso reparador es un factor importantísimo “que nos ayudará a ser un poco más felices”.
Fuente: Vanguardia