Cada vez que damos o recibimos algún regalo, no solo obtenemos un objeto, también solemos experimentar una sensación de bienestar, aunque la incertidumbre ante la compra de un regalo puede provocar ansiedad. La neurociencia y la psicología ofrecen pistas para entender estas sensaciones.
El arte de regalar
Una de las claves del regalo es el reconocimiento. Pero a algunas personas este acto les provoca más estrés que felicidad. La clave está en cómo lo interpreta nuestro cerebro.
Navidades, cumpleaños, aniversarios, santos... El ritual de preparar un regalo especial o recibir un obsequio de alguien cercano despierta en nosotros un abanico de sensaciones que tienen su origen en un cóctel de sustancias químicas llamadas neurotransmisores. ¿Por qué nos emocionamos al regalar algo a un ser querido? ¿Por qué tenemos una sensación de bienestar cuando alguien se acuerda de nosotros? Todo se debe a la acción combinada del sistema neuronal de refuerzo -la parte relacionada con el placer- y las sustancias que activan nuestro "yo" más emocional.
Cuando recibimos un regalo se ponen en funcionamiento las estructuras críticas destinadas al procesamiento de la información emocional, como la amígdala y la corteza prefrontal,las cuales nos provocan un bienestar muy distinto al material. Es aquello que sentimos cuando alguna persona se preocupa de nosotros o cuando, por ejemplo, alguien se acuerda de una fecha que consideramos muy importante.
La química de la felicidad
El mero hecho de regalar o recibir un obsequio implica un juego de distintas sustancias químicas que actúan en nuestro cerebro: la oxitocina, la dopamina, la serotonina y las endorfinas determinarán el proceso de compra y marcarán el grado de satisfacción o bienestar de cada persona.
Por un lado interviene la oxitocina, denominada ‘hormona de cognición social’, relevante en la construcción de una relación de confianza y el desarrollo de relaciones emocionales. Es la sustancia que se desata cuando damos un abrazo o cuando realizamos un regalo a alguien importante para nosotros. Está relacionada con la formación de relaciones personales y está presente en el establecimiento de la confianza entre las personas.
Por otra parte, nuestro cerebro tiene una herramienta perfecta relacionada con el control de las emociones que también actúa como reguladora del estrés: la serotonina. Según explica Diego Redolar, director de la unidad de Neuromodulación y Neuroimagen del Instituto Brain 360 a National Geographic en una entrevista telefónica, se trata de un mecanismo evolutivo que ha ido moldeándose con el paso del tiempo como consecuencia de la evolución, y que nos ha permitido, entre otras cosas, sobrevivir ante situaciones adversas. “Imaginemos una cebra que escapa de las fauces de un león. La respuesta de estrés provoca una movilización de recursos para que pueda huir del depredador -puntualiza el experto-. Pero si eso no es posible y el león ataca, minimiza el daño producido”.
En la actualidad, explica Redolar, vinculamos las situaciones de estrés a otros ámbitos, como el día a día o el trabajo, donde la posibilidad de daño físico es mínima. Sin embargo, la evolución nos ha dotado de mecanismos adaptativos, con lo que la liberación de endorfinas actúan como analgésicos cuando nuestro cerebro interpreta que puede haber un peligro que nos cause algún daño. Por este motivo, liberamos endorfinas cuando practicamos ejercicio físico.
Más allá del estrés
Sin embargo, las endorfinas no solo nos ayudan a superar situaciones de estrés, sino que también se desatan para proporcionarnos bienestar. Por ejemplo, cuando estamos escuchando música en un lugar tranquilo, podemos estar liberando esa sustancia. Eso lo que lo diferencia de la dopamina, un neurotransmisor que también nos genera placer, aunque por una causa bien distinta: nos motiva para conseguir un objetivo determinado.
Por último, en todo proceso de compra actúa otroneurotransmisor fundamental: la serotonina, una sustancia “muy importante para la regulación del estado de ánimo, pues facilita que las personas puedan obtener esa sensación de bienestar emocional”, afirma Redolar. Cuando ofrecemos un regalo a alguien, hacemos que se sienta importante y, por tanto, aumenta indirectamente su nivel de felicidad.
Ansiedad, el efecto inesperado
Sin embargo, no todo el mundo experimenta una sensación agradable al ofrecer o recibir un regalo. La incertidumbre ante la compra de un regalo puede provocar ansiedad en determinadas personas, una sensación causada por el sentimiento de inseguridad que provoca no saber qué regalar, lo que, desde el punto de vista biológico, se traduce en un sobreesfuerzo de la corteza prefrontal, encargada de la planificación.
Cuando ofrecemos a alguien un regalo, entramos en una situación de alerta a la espera de la reacción. Si no obtenemos una respuesta satisfactoria, es probable que nos sintamos decepcionados, del mismo modo que el destinatario puede sentirse presionado por demostrar su satisfacción.
La clave para regalar bien
José Ramón Ubieto, profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, explica que la clave está en el reconocimiento. Y es que, más que un objeto en concreto, un regalo es, sobre todo, un gesto. Siempre se espera que el otro quede satisfecho, que haya un reconocimiento. "La ansiedad se da en aquellas personas que están demasiado pendientes del otro, de si lo complacerán o no; de saber si se sentirá aceptado", afirma.
Por este motivo, Ubieto recomienda arriesgar un poco e intentar encontrar algo que el otro no haga habitualmente. Por ejemplo, regalar una excursión, una entrada al teatro... Si finalmente no le gusta, al menos se puede pensar que se ha ofrecido la oportunidad de hacer algo nuevo, lo que nos puede hacer sentir más satisfechos con nosotros mismos.
Otra de las claves que puede ayudar es tener presente lo que interesa a la otra persona, aunque no coincida con lo que nos gusta a nosotros. "Podemos arriesgar y regalar una experiencia nueva que satisfaga sus intereses. Quizás es una persona que no va al teatro, pero a quien le gusta todo lo relacionado con el arte", explica Ubieto.
"La ansiedad se da en aquellas personas que están demasiado pendientes del otro" apunta José Ramón Ubieto.
Lo que es menos habitual es que no nos guste recibir algún regalo. Pero si sucede, lo mejor es practicar el noble arte de la empatía. Ubieto recomienda en estos casos ponerse en la piel del otro."Tomárselo como un reto, como una novedad'', afirma. Si al final no les gusta, siempre se puede intentar cambiar", cualquier cosa mejor que negar un ofrecimiento personal.
En cualquier caso, lo que está claro es que tanto regalar como recibir regalos desata en nosotros un torrente de neurotransmisores difíciles de controlar que pueden provocarnos sensaciones y momentos tanto de felicidad como de insatisfacción, frustración, ansiedad.
Fuente: National Geographic