La capacidad de escucharse el uno al otro quizá sea uno de los indicadores más importantes de la salud de cualquier relación. ¿Por qué nos cuesta tanto? Hay quien dice que la culpa la tienen los celulares, pero la dificultad de prestar verdadera atención es un fenómeno que viene de muy atrás.
En los asuntos de la política y la diplomacia, como en tantas las cosas de la vida, saber escuchar y entenderse es la clave del éxito.
Cuando estamos en presencia de una persona que sabe escuchar solemos sentirnos muy bien, aunque, a menudo, no sepamos exactamente por qué. Entender mejor cuáles son los mecanismos que producen bienestar puede ayudarnos a ofrecérselos a otras personas que, a su vez, se sentirán mejor en nuestra compañía.
Es probable que nadie nos haya enseñado a escuchar y quizá solo hemos tenido oportunidad de experimentar una escucha verdaderamente atenta en un puñado de ocasiones.
He aquí cuatro atributos de la persona que sabe escuchar de acuerdo con The School of Life, una escuela de educación emocional con sede en Londres
1. La persona que sabe escuchar nos incentiva a hablar
En muchas ocasiones, cuando nos enfrentamos a un conflicto o tenemos que tomar una decisión difícil no tenemos del todo claro qué es, en realidad, lo que nos está preocupando. La persona que sabe escuchar se siente intrigada por nuestras preocupaciones y motivaciones y nos ayudará a comprender la raíz del conflicto con preguntas clave.
2. La persona que sabe escuchar va más allá de la anécdota
En lugar de ir a la raíz de nuestro malestar, solemos perdernos en vaguedades y decir que algo es lindo, feo, odioso, etc, sin aclarar por qué nos sentimos de esta manera. Al amigo que escucha le interesan, más que nuestras primeras impresiones, las razones más profundas que nos llevan a desear o aborrecer algo.
3. El amigo que escucha no moraliza
Como conoce bien su propia mente, el amigo que escucha no se sorprende de lo que digamos, aunque roce la locura. Nos invita a abrirnos a nuestra vulnerabilidad y a compartirla, y no nos regaña digamos lo que digamos. En este mundo tan competitivo muchas veces sentimos que no nos podemos permitir reconocer lo estresados o preocupados que estamos.
Pero una persona que sabe escuchar nos acogerá en su regazo, y no nos rechazará porque sabe que nuestra experiencia es muy común. En los momentos tensos de la conversación, nos darán pistas sutiles de que nos están escuchando con empatía, pero sin interferir, asintiendo con la cabeza, por ejemplo. Con ellos nos sentimos seguros y libres para expresar nuestros sentimientos sin preocuparnos de perder su amistad ni nuestra dignidad.
4. El buen oyente distingue entre desacuerdo y crítica
La persona que escucha deja muy claro que puede pensar que estamos equivocados y, sin embargo, continúa prestándonos su apoyo. Su relación con nosotros no depende de que estemos de acuerdo en todo.
Fuente: Univisión