Los matrimonios se derrumban por muchas razones, pero una de las más comunes y menos fáciles - pero no imposible de superar- es la infidelidad.
Todos sabemos que la infidelidad no es nada nuevo, y que ha existido, digamos desde que se creó la pareja, el matrimonio o cualquier tipo de compromiso entre dos personas.
Se han escrito volúmenes sobre la infidelidad y la mayoría de ellos llegan a la misma conclusión: la infidelidad no tiene por qué resultar en el divorcio. De hecho, se habla de que las parejas que eligen recuperarse y reconstruirse después de la infidelidad a menudo terminan con una relación más fuerte y de mutua comprensión que la que tenían anteriormente.
Y yo, considero que es un valioso regalo el que estas parejas le dan a su familia, cuando se esfuerzan a pesar del dolor a salvar su relación. Pues muchas veces quienes no lo hacen ni siquiera es por convicción propia sino por “el qué dirán” o la falta de fortaleza para luchar por su familia. Que no es lo mismo que sacrificarse por ella. Porque en este último caso las repercusiones serían aún mayores.
Si bien no todos los matrimonios pueden o deben salvarse, lo importante hoy es reconocer si acaso hemos desarrollado un nivel de individualismo que no nos permite pensar en las consecuencias de nuestros actos y en lo mucho que éstos afectan a quienes debieran importarnos.
Y si es así, creo que es tiempo, por el bien de nuestros hijos y de nuestra sociedad en general que empecemos a comprender lo que significa trabajar en una relación y soportar períodos de adversidad, así como reflexionar profundamente sobre lo que, como individuos, como pareja y familia, se pierde con el divorcio.
Mariano Osorio
#Piensa Positivo
Es cierto Mariano se puede salvar el matrimonio. Aquí entre nos hoy conocerás una parte especial de mi vida. Mi esposo y yo estuvimos distanciados muchos años por celos primero y luego por obvias razones cada quien agarró un rumbo equivocado. Mi esposo pidió el divorcio pero quería que yo me fuera de mi casita. Yo no acepté ni el divorcio ni dejar mi casita. Le dije que se quedara pues aquí estaban sus hijas. Medio limamos asperezas y mi familia quería intervenir y que yo me separará. Les pedí que no intervinieran que tan sólo me escucharan y que yo resolvería mi vida, porque eso sólo nos correspondía a mi esposo y a mi y así no habría mayores daños. Y así fue sobre todo cuando él enfermó y tuvimos la necesidad de muchos cuidados. En 2007 enfermó de la piel, la enfermedad se llama pénfigo y la piel se le caía. Eran curaciones de todas las noches de las 7pm a la 1 de la mañana. Mi esposo me decía que no tenía porque hacerlo pues estábamos distanciados. Yo sólo le contesté Mira ante la sociedad nos casamos pero tú crees que me compraste, pero ante Dios firmamos un contrato y hasta que la muerte nos separe. Así que ahora tejones porque no hay conejos jajaja ironías de la vida. Ese mismo año despues de su enfermedad de piel, a fin de año en diciembre le diagnosticaron epoc y pues eso nos unió más. Ahora seguimos juntos en la lucha. Ya vamos a cumplir 38 años de casados por el civil el 6 de abril y por la Iglesia el 15 de mayo, felizmente juntos y siempre adelante. Gracias Mariano por leerme
Un fuerte abrazo con cariño
Atentamente
Lú Mejía a tus órdenes