No te estreses si tu hijo, después de ir a pedir para su calaverita ha regresado a casa con un costal lleno de dulces. Qué te parece si mejor usas estos dulces para enseñarle a comer sana y balanceadamente.
A veces se nos ocurren reglas muy estrictas que solo llevan a los niños a comerse los dulces a escondidas o bien a obsesionarse con la idea de comérselos “toditos” a la primera oportunidad.
Entiendo que nos agobie la idea de imaginar toda esa azúcar refinada consumida de un jalón por nuestros pequeños, pero en lugar de agobiarnos mejor tomemos cartas en el asunto.
Sé que cada familia tiene hábitos diferentes y lo que puede funcionar para una no funcionara para otra, pero creo que estas 2 simples sugerencias en mucho te pueden ayudar:
- Enséñale a tu hijo a ser selectivo con lo que come. Por ejemplo pídele que separe aquellos dulces que verdaderamente le gustan y ayúdale a comprender que el hecho de que él se los haya ganado no quiere decir que se los tenga que comer todos.
- Preséntale atractivamente la idea de intercambiar los dulces que no le gustan mucho por el platillo de comida que más le gusta, haciéndole notar que sigue teniendo beneficio sobre lo que recolecto.
- Motívalo a compartir o donar los dulces restantes a esos niños que por alguna razón no pudieron salir a pedir su calaverita este año.
Y aunque parezca obvio, siempre vale la pena recordar que cuando se trata de niños menores de 5 años no podemos dejar en ellos ninguna decisión respecto a cuándo y cuántos dulces deben consumir, pues las consecuencias podrían ser serias. A partir de los 6 o 7 años de edad y dependiendo de cada niño y sus hábitos alimenticios, podrías permitirles a ellos mismos manejar su bolsa de dulces, lo cual quitará poder a los dulces y les dará la confianza a ellos de manejarlos de una manera saludable. Por supuesto siempre con supervisión de tu parte.
Mariano Osorio
#Piensa Positivo