Todos queremos que nuestras hijas sean felices y seguras de sí mismas. Como padres buscamos la certitud de que una vez en su edad adulta, nuestras pequeñas sabrán enfrentar los desafíos que la vida les presente. Pero una cosa es desearlo y otra muy diferente es hacer lo necesario para conseguirlo.
Algunas veces olvidamos la poderosa influencia que la figura paterna y materna tiene en la formación del carácter y la autoestima de nuestras hijas. Muchas veces lo que pensamos no es lo que les decimos y lo que les decimos no coincide con lo que hacemos frente a ellas. Por ejemplo, algunos padres las piensan exitosas e independientes y critican con frecuencia su forma de hablar, su peso o la manera de vestir.
En relación a la apariencia física, con frecuencia importantes estudios, demuestran que la forma en que la madre se ve a sí misma, determinará en gran medida la forma en que la hija se perciba. Y tan importante como la imagen materna es la del padre, ya que su trato y atención hacia su hija influirán en su relación con las figuras masculinas en su vida. De ahí la importancia de que los padres elogien y reconozcan no solo la apariencia sino el carácter de sus hijas.
Fomentemos con nuestras palabras y acciones la individualidad de nuestras pequeñas y sentemos las bases de una estructura emocional que les ayude a sentirte bien con ellas mismas en su edad adulta. “Lo he dicho un sinnúmero de veces: Los padres siguen teniendo el impacto más poderoso en la vida de los hijos, ni los amigos, ni la nueva cultura social han logrado superarlos”.
Mariano Osorio
#Piensa Positivo
Como entender a mí hijo en su adolescencia y rebeldia