Hans se quedó huérfano cuando tenía seis años, pero continuó viviendo en la cabaña de la granja en que sus padres habían trabajado, y se ganaba el sustento prestando pequeños servicios que cada día eran más importantes.
Y, mientras Hans aprendía el oficio de granjero, veía cómo Karl, el hijo del dueño iba a la escuela y tenía profesores particulares. Y esto era lo único que Hans envidiaba, poder aprender y tener los magníficos libros que se apilaban en las estanterías del cuarto de estudio de Karl.
Y, como en una ocasión expresara su admiración por sus libros, Karl le dijo:
Si supieras leer, te los prestaría.
Entonces Hans, con el ansia de saber, se las ingenió para que alguien le enseñará las letras. El viejo pastor no sabía mucho, pero hizo cuanto pudo, a cambio de que el muchacho le ayudase a esquilar las ovejas.
Cuando Karl se marchó a estudiar a la ciudad, Hans, sin descuidar su trabajo en la granja, leía por las noches los libros prestados.
#PiensaPositivo
Que puedo decir sus lecturas inspira a saber que hay muchas cosas por hacer ante un panorama tan incierto en estos días. Increíble persona y narración tan motivadora😃