Había una vez una pequeña campesina que vivía sola en su modesta casita. Sus padres le habían dejado una pobre herencia: una vaca ya mayor que casi no daba leche. Pero llegado el día, por fin, que la ordeñó y llenó una vasija entera. Feliz, marchó caminando hacia el mercado del pueblo más cercano. Por el camino, su imaginación voló y comenzó a decirse:
<<Venderé el cántaro de leche y, como es fresca, seguro que me dan muchas monedas. Con el dinero compraré un canasto de huevos.
Cuidaré con mimo esos huevos y así, en unas semanas, de los huevos nacerán muchos polluelos. Algunos pollos se convertirán en gallos y otros en gallinas. Volveré al mercado cada semana para vender huevos, gallos y gallinas, y obtendré tantos beneficios que en el plazo de un año tendré dinero suficiente para comprar un par de cerditos. Con un poco de suerte, los dos lechones me darán una piara de cerditos y con las ganancias compraré una vaca robusta y joven, que haya tenido un ternero para que dé buena leche>>.
Pero mientras pensaba esto, no se dio cuenta de donde ponía los pies… y tropezó con una piedra del camino. El cántaro le resbalo de las manos y se estrelló contra el suelo, rompiéndose en mil pedazos. ¡Adiós leche, dinero, huevos, polluelos, lechones y terneros!
#PiensaPositivo
Me encanta que leas estos cuentos, aunque están muy cortos. Gracias Mariano ?