Se dice que Dios sólo tiene una debilidad y es la de darnos cosas buenas, esas mismas que le pedimos a través de la oración.
Cuando escuches esto, procura retenerlo en tu mente, eso es todo lo que tienes que hacer, toma la idea y disfruta de este poder tan grande.
Porque la oración es uno de los dones que Dios nos ha dado, no nos cuesta absolutamente nada, nos concede cantidad de permisos, de premios; sigamos rezando, uno por el otro.
Padre te pido que bendigas a mis amigos que escuchan esto ahora mismo, les reveles nuevamente tu amor y tu poder. Espíritu Santo te pido que seas la guía para sus almas.
Donde hay dolor, dales tu paz y tu misericordia. Donde hay dudas; renuévales la confianza.
Donde hay cansancio, te pido que les des entendimiento, paciencia y fuerza, aprendiendo a amarte.
Donde hay estancamiento espiritual, te pido que les reveles tu cercanía para un nuevo comienzo en la fe. Donde hay miedo, revélales tu amor y transmíteles tu fuerza.
Donde hay pecado bloqueando sus vidas, has que este desaparezca, bendice, sus finanzas, sus economías, concédeles más visión de ti. Que tengan el apoyo de amigos para darles fuerza y valentía.
Concédeles a cada uno, discernimiento para poder distinguir las fuerzas negativas que pudieran afectarlos y revélales el poder que tienen en ti para superarlo.
Te ruego nos concedas estas peticiones, nos des la oportunidad de un mundo y un día mejor para todos, para nuestros niños y nuestros viejos; para los jóvenes y las mujeres; para los hombres que trabajan, para la gente del campo; un mejor día, un mejor país; una luz de esperanza que se encienda; una luz de esperanza que sea capaz de cubrirnos a todos.
Que olvide todas las oscuridades tensas y terribles. Que olvide todas esas capas, que nublan la fe de la gente, que nos den la oportunidad de crecer y de creer; de ser más y mejores.
No se pide mucho, solo eso; un acto de renovación, de fe.
Gracias. Siempre gracias de todo corazón.
Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza!
¡Oh Cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dió mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!
Cantemos la nobleza de esta guerra,
el triunfo de la sangre y del madero;
y un Redentor, que en trance de Cordero,
sacrificado en cruz, salvó la tierra.
Dolido mi Señor por el fracaso
de Adán, que mordió muerte en la manzana,
otro árbol señaló, de flor humana,
que reparase el daño paso a paso.
Y así dijo el Señor: «¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!»
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.
¡Oh plenitud del tiempo consumado!
Del seno de Dios Padre en que vivía,
ved la Palabra entrando por María
en el misterio mismo del pecado.
¿Quién vió en más estrechez gloria más plena,
y a Dios como el menor de los humanos?
Llorando en el pesebre, pies y manos
le faja una doncella nazarena.
En plenitud de vida y de sendero,
dió el paso hacia la muerte porque él quiso.
Mirad de par en par el paraíso
abierto por la fuerza de un Cordero.
Vinagre y sed la boca, apenas gime;
y, al golpe de los clavos y la lanza,
un mar de sangre fluye, inunda, avanza
por tierra, mar y cielo, y los redime.
Ablándate, madero, tronco abrupto
de duro corazón y fibra inerte;
doblégate a este peso y esta muerte
que cuelga de tus ramas como un fruto.
Tú, solo entre los árboles, crecido
para tender a Cristo en tu regazo;
tú, el arca que nos salva; tú, el abrazo
de Dios con los verdugos del Ungido.
Al Dios de los designios de la historia,
que es Padre, Hijo y Espíritu, alabanza;
al que en la cruz devuelve la esperanza
de toda salvación, honor y gloria. Amén.
—Pascua de resurrección