Tengo muchas muñecas le dijo la niña al visitante – ¿te gustaría verlas?
-Sí claro, muéstramelas –le respondió.
La niña echó a correr y volvió con un buen número de muñecas, algunas de ellas eran realmente hermosas. Una era una muñeca Barbie.
-Y ¿a cuál quieres más, linda? –le preguntó el visitante seguro que la niña señalaría a la Barbie, cuál sería su sorpresa cuando la niña tomó una muñeca con el vestido roto, la nariz quebrada, sin un brazo y con la cara cubierta de arañazos.
-¿A esa? –le preguntó el hombre, pensé que escogerías esta otra o esa la del vestido azul.
La niña le contestó –si yo no quisiera a esta muñeca, nadie la querría, es mi consentida.
Aquella niña le mostró una gran lección, Dios ama a quienes no son queridos por nadie, a los pobres, a los caídos, los miserables, los infortunados, los afligidos, los desamparados, los menospreciados, los perdidos. Si aprendiéramos a amar de esta manera, sin lugar a dudas, nos asemejaríamos más a Dios nuestro Señor.
Muy linda reflexion, mil gracias Mariano