Vivimos una época incierta, pero “no nos toca a nosotros decidir qué tiempo vivir, solo podemos elegir qué hacer con el tiempo que se nos ha dado”, como dijo un sabio de la Tierra Media.
Un siglo después de la gripe española, estamos mejor preparados frente a una pandemia, pero no hemos podido evitar miles de muertes. Nos encontramos ante un constante aumento de los contagios que amenaza con colapsar nuestro sistema sanitario y frente a una economía en recesión.
Parecería sensato identificar a aquellos afortunados que ya no se encuentran en riesgo de ser infectados y concederles además un “pasaporte covid”. Podríamos además otorgarles ciertos privilegios, facilitar su movilidad o permitirles desempeñar trabajos con un mayor riesgo de exposición al virus.
Así lo expresó James Cleverly, ministro de Asuntos Exteriores británico: con este tipo de pasaporte “se pretende desbloquear la vida de las personas, desbloquear la economía, asegurarnos de proteger vidas y proteger los medios de vida”.
Pero estas palabras fueron matizadas por el secretario de Salud, Matt Hancock, quien ha negado que en Reino Unido vaya a existir dicho “pasaporte de inmunidad”.
El pasaporte de inmunidad
En España, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, también ha defendido el “pasaporte covid” como un camino a la anhelada “normalidad”. Este pasaporte, según sus palabras “informativo”, asociado a la tarjeta sanitaria virtual, permitiría que una persona justifique su necesidad de viajar mostrando una PCR negativa en su móvil.
Dado que una PCR puede dar falsos negativos, ¿cada cuánto tiempo tendríamos que repetirla (a un coste de unos 80 euros) para estar seguros de que realmente no podemos contagiar? Además, ¿cuándo podemos afirmar que una persona es inmune al coronavirus? ¿Y cómo podemos afirmar que no puede seguir contagiando?
Hasta que se implemente la vacunación frente a la covid-19, la única forma de ser inmune es haber padecido y superado la infección. Si nuestro sistema inmunitario ha sido capaz de eliminar al virus, probablemente seremos inmunes en caso de que decida contraatacar. O, al menos, así ha sido hasta ahora.
Inmunidad tras la infección
Si hemos superado la infección, nuestra inmunidad innata y adaptativa, aquella que evoluciona en función del patógeno y que depende de nuestros linfocitos, ha funcionado, en el caso del coronavirus.
Las vacunas “simulan” una infección, dando instrucciones a los linfocitos sobre qué deben reconocer y qué deben hacer después de haberlo reconocido. Las tres principales vacunas frente a la covid-19 evitarían que suframos la patología asociada al virus. Instruirían a los linfocitos B para que produzcan anticuerpos que ataquen al virus cuando se encuentre en el exterior de nuestras células. Es la llamada inmunidad humoral.
Sin embargo, ¿podemos confirmar que somos inmunes al virus tras haber superado una infección o habernos vacunado? Es importante saber que una parte de los linfocitos B no desaparecen con el virus o la vacuna, sino que se transforman en células de “memoria”.
Estas nos “recuerdan” qué virus nos ha infectado y evitan que lo haga de nuevo. A medida que pasa el tiempo, si no tenemos un nuevo contacto con el virus, podemos perder esta memoria humoral. De esta forma, nuestros anticuerpos podrían ser indetectables en los test.
¿Estamos entonces desprotegidos?
Puede suceder que nos hayan vacunado o hayamos superado una infección y nuestra prueba de anticuerpos sea negativa. Los virus se multiplican en el interior celular y para detectar y eliminar células infectadas disponemos de los linfocitos T “asesinos” o CD8, que pueden permanecer como células de memoria patrullando y esperando encontrarse de nuevo con células infectadas por el virus.Actualmente, no existe ninguna prueba rápida que detecte esta inmunidad celular. Por lo tanto, un resultado negativo en un test de anticuerpos no implica necesariamente que estemos desprotegidos frente a la covid-19.
Inmunidad y contagios
Es común escuchar que si una persona es inmune no puede contagiarnos. Sin embargo, haber sido infectados o vacunados y dar positivo en un test de anticuerpos, no garantiza que seamos inmunes a la infección.
En diferentes países, incluido España, se han confirmado reinfecciones en pacientes que habían superado la enfermedad. Afortunadamente son excepciones, pero nadie quiere ser esa excepción.
Por otro lado, no todos los anticuerpos son eficaces. Sólo si somos afortunados, nuestros linfocitos B habrán fabricado anticuerpos capaces de neutralizar las “llaves” que el virus utiliza para entrar en nuestras células.
Asimismo, una persona vacunada, quizás esté protegida frente a la patología de la covid-19, pero eso no significa que no pueda transmitir el virus. Todavía no sabemos quién será más rápido, si el virus multiplicándose o el sistema inmunitario eliminándolo.
La ética del pasaporte de inmunidad
Hasta que no se vacune de forma generalizada a toda la población y no se establezcan test de anticuerpos o de PCR y antígenos gratuitos, establecer un “pasaporte covid” podría ser discriminatorio.
Todo esto asumiendo que las mutaciones del coronavirus no reduzcan la protección que nos confieren las vacunas o una infección previa. Por tanto, un “pasaporte de inmunidad covid”, aun dando positivo en un test de anticuerpos y aun siendo sólo informativo, puede ser problemático, dando una falsa sensación de seguridad que podría poner en riesgo tanto a su portador como a las personas de su entorno.
Fuente: Muy Interesante