Hace aproximadamente un millón de años, los seres humanos perdieron la mayor parte de su vello corporal, pero los genes peludos siguen en nuestro ADN
El zoólogo Desmond Morris tituló su famoso libro sobre las particularidades de la especie humana «El mono desnudo», ya que de todos los grandes simios, somos la única espacie que no tiene la piel cubierta de pelo. Hace aproximadamente un millón de años, los seres humanos perdimos la mayor parte de su vello corporal, un momento clave en la evolución que implicó cambios importantes.
En un estudio publicado en la revista eLife se comparan nuestros patrones genéticos con los de otros 62 mamíferos, como elefantes, manatíes y armadillos, y se examina cómo evolucionó la falta de pelo en distintas especies y en distintos momentos. El trabajo también identificó nuevos genes y reguladores genéticos relacionados con el vello corporal, un descubrimiento que algún día podría utilizarse para tratar a los calvos.
La misma técnica de comparar cambios en los códigos genéticos de distintos mamíferos también puede permitir a los científicos investigar otras cuestiones, como los genes que proteger del cáncer a las ratas topo, o los que han permitido a las ballenas de Groenlandia vivir hasta 200 años.
Según los investigadores de la Universidad de Utah y la Universidad de Pittsburgh, que realizaron el estudio, es probable que la pérdida de la mayor parte de nuestro vello corporal implicara varios cientos de genes. Utilizando herramientas informáticas descubrieron que los genes del vello corporal permanecen en nuestro código genético, pero se han silenciado.
En el caso de los humanos, hay una teoría sostiene que la pérdida de vello corporal resultó ventajosa para cazar en climas cálidos, unida al desarrollo de un sistema que permitía al cuerpo enfriarse mediante el sudor. Esto nos permitió la caza por agotamiento, en la que éramos capaces de perseguir a presas como los antílopes, que no tienen mecanismos de refrigeración eficientes, hasta la extenuación.
Los científicos compararon más de 19.000 genes y casi 350.000 regiones reguladoras y se centraron en los relacionados con el mantenimiento o la pérdida del vello corporal. Muchos de los genes relacionados con el crecimiento del pelo contienen instrucciones para fabricar la proteína queratina, que forma el pelo, las uñas y la capa externa de la piel.
Los científicos examinaron animales que habían perdido todo su vello corporal junto con otros, como bisontes, cobayas, osos hormigueros y osos, que habían conservado todo su pelaje. Diseñaron su estudio para descartar las regiones genéticas que codifican dos variables de confusión: vivir en el agua y el gran tamaño corporal. Un número desproporcionado de mamíferos de pelo fino son grandes, y los que viven en tierra en climas cálidos tendrían dificultades para disipar el calor. Entre los animales que perdieron el vello corporal, algunos pueden haber experimentado el cambio evolutivo mucho más recientemente.
Fuente: Quo