Se trata de una tendencia desmesurada y capitalista, en busca siempre de las novedades del mercado.
Un problema conductual explicaría por qué algunas personas llegan a desear con obsesión aquellas innovaciones, especialmente de las nuevas tecnologías. Se trata de la neofilia, que aunque parece un problema irrelevante o banal, es un trastorno al que hay que prestarle atención.
Las personas que sufren esta adicción pueden padecer ansiedad, falta de control o sentido de culpa, debido a que la adicción desmesurada a las compras puede provocar problemas familiares, de pareja o laborales, así como endeudamientos, mentiras o robos, debido a los impulsos incontrolados por poseer un artículo que creen falsamente necesitar.
Sin embargo, la neofilia no es propiamente una enfermedad y tampoco es que no tiene cura. Se trata de una tendencia desmesurada y capitalista, en busca siempre de las novedades del mercado y cómo genera una necesidad ficticia. Es por esto que quien la padece no es capaz de controlar sus impulsos, aspecto que acaba afectando a su vida cotidiana. Es así como funciona la sociedad de consumo, según lo recoge un artículo de La Vanguardia.
El término nace en la década de 1960, gracias al estudio de un sociólogo norteamericano llamado Everett Rogers, que explicó cómo afectaban los productos nuevos al comportamiento de los consumidores, y el reclamo del mercado. Sin embargo, el término lo patentó el psicólogo Robert Anton Wilson, al sumarle una palabra más: necesidad. Y es que es exactamente eso, lo que los usuarios sienten y buscan adquirir objetos nuevos.
Los principales afectados (neófilos) serían los hackers, los amantes de la tecnología y aquellos individuos integrantes de subculturas sociales como los geeks, nerds, neonerds, entre otros. Porque recordemos que no aplica únicamente con aparatos electrónicos sino con todo aquello que sea una novedad, indistintamente de la índole.
Fuente: Universo