Apriori podría parecer que no tienen ninguna relación, pero un estudio ha revelado lo contrario: los vertebrados con cerebros más grandes (y, por tanto, más neuronas) tienden a tener bostezos más duraderos, informa 'Science Alert'.
Los investigadores recopilaron datos sobre un total de 1.291 bostezos en sus viajes al zoológico y también a partir de vídeos, los cuales cubrían un total de 55 especies de mamíferos y 46 especies de aves. Encontraron así 'sólidas correlaciones positivas' entre el tiempo de bostezo de los animales y el tamaño de su cerebro.
"Fuimos a varios zoos con una cámara y esperamos a que los animales bostezaran. Fue muy duro", explicó el etólogo Jorg Massen de la Universidad Utrecht en los Países Bajos. El estudio pretendía llenar algún vacío sobre nuestro desconocimiento sobre bostezos, incluido por qué suceden en primer lugar, o por qué algunos animales como las jiirafas no tienen necesidad de hacerlo en absoluto.
La hipótesis apunta que bostezar es una forma esencial de enfriar el cerebro
El análisis se creó para probar una hipótesis presentada en 2007 por uno de los investigadores del estudio: bostezar es una forma esencial de enfriar el cerebro. Por tanto, los cerebros más grandes necesitarían bostezos más largos para poderse enfriar adecuadamente. Parece que la investigación lo respalda: los mamíferos bostezan más que las aves, las cuales tienen una temperatura central más alta.
Los mamíferos bostezan más que las aves, las cuales tienen una temperatura central más alta
Las conclusiones fueron similares en un estudio de 2016 en el que también participaron humanos, aunque en ese caso solo se estudiaron un total de 205 bostezos y 24 especies. Se descubrió que aquellos bostezos más cortos provenían de los ratones, y los más largos de los humanos. "Mediante la inhalación simultánea de aire frío y el estiramiento de los músculos que rodean las cavidades bucales, el bostezo aumenta el flujo de sangre más fría al cerebro y, por lo tanto, tiene una función termorreguladora", explicaron.
Eso sí, los investigadores no establecen ningún vínculo entre bostezo e inteligencia, solo con el tamaño del cerebro y la cantidad de neuronas que contiene. El estudio tampoco hace referencia a la frecuencia de los bostezos. Por ejemplo, los humanos tendemos a hacerlo entre cinco y diez veces al día y, como ya habrás notado, son contagiosos. Una hipótesis apunta que cumple una función social.
Si bien hay más investigación por hacer para desentrañar las razones por las que bostezamos, los autores del estudio concluyen que "estos hallazgos brindan más apoyo a las distintas predicciones derivadas de la hipótesis del enfriamiento cerebral".
Fuente: ElConfidencial