Seguramente, una de las cosas que jamás olvidarás es ese aroma tan peculiar, delicioso y relajante que tienen los bebés, el cual se impregna en cada poro de tu cuerpo hasta llegar a tu cerebro.
No, no es metáfora… Realmente se impregna en tu cerebro hasta generarte una adicción muy parecida a la que se experimenta con los narcóticos. ¿Ahora entiendes la razón por la que no podías separarte de tu bebé ni un segundo?
De acuerdo con un estudio publicado en la revista Frontiers in Psychology, cuando las mujeres huelen a un recién nacido experimentan una liberación de la hormona llamada dopamina, que activa los circuitos de recompensa del cerebro.
Estos circuitos se activan especialmente cuando comes mientras estás muy hambriento, o cuando se consume algún tipo de narcótico. Es decir, este neurotransmisor genera la sensación de bienestar y placer.
Madre e hijo, un lazo para toda la vida
Los investigadores del estudio señalan que todos los cambios hormonales que se experimentan durante el embarazo, pero sobre todo en el parto, alteran el circuito de recompensa de la madre para que sienta esa adicción natural hacia el recién nacido.
Este proceso neurológico ayuda a que se estrechen los vínculos entre la madre y el recién nacido; además, se crea la necesidad de proteger al bebé y cubrir sus necesidades para que esté bien en todo momento.
La naturaleza es tan sabia, que el olor es de gran ayuda tanto para el bebé como para la mamá para adaptarse a su nueva vida.
Por ejemplo, el recién nacido puede reconocer el olor de su mamá cuando está cerca de él, lo que le genera tranquilidad y seguridad.
En tanto, la mamá puede reconocer a su hijo a través de su aroma, así como de su llanto, de acuerdo con un estudio de la University of Florence, en Italia.
Fuente: Vix