Para estudiar los efectos del estrés en la toma de decisiones, unos investigadores colocaron en la mano de un grupo de participantes unos electrodos que activaban de vez en cuando al azar mientras les planteaban analogías que tenían que ir resolviendo. Por ejemplo: la mantequilla es a la margarina como el azúcar es a la... ¿remolacha, sacarina, miel, chocolate? En comparación con otros participantes a los que no les daban electrochoques, los primeros tendían a contestar rápidamente sin ni siquiera repasar todas las opciones, con lo cual fallaban más a menudo.
Los efectos del estrés dependen de la cantidad de cortisol que se libere en el cerebro.
Un equipo de investigadores suministró a los participantes en un estudio, bien un fármaco que activaba la producción de esta hormona, bien un placebo, y luego los sometieron al llamado test de reflexión cognitiva (TRC). Esta prueba plantea tres preguntas que incitan a dar una respuesta intuitiva pero incorrecta. Por ejemplo: un lápiz y una goma cuestan 1,10 euros en total. Si el lápiz cuesta 1 euro más que la goma, ¿cuánto cuesta esta? Lo natural es responder de inmediato 10 céntimos, pero si te tomas cinco segundos para hacer un sencillo cálculo, verás que el lápiz cuesta 1,05 y la goma 5 céntimos. Pocas personas, ni siquiera las que tenían estudios superiores, llegaban a acertar las tres respuestas, pero los que contestaban bajo los efectos del exceso de cortisol fallaban más todavía.
Lo cierto es que el estrés incentiva el pensamiento heurístico y la capacidad de dar respuestas rápidas, pero como vemos incapacita para el procesamiento cognitivo más sofisticado. Por el contrario, la tristeza y la melancolía nos empujan a utilizar el pensamiento analítico y reflexivo. Quizá en ese estado merezca la pena concentrarse para tratar de resolver problemas.
Fuente: Muy Interesante