En las antiguas civilizaciones se empleaba el calendario lunar para saber el paso del tiempo.
La transición entre un mes y otro la marcaba la órbita de la Luna: cuando esta retornaba a su fase inicial, se daba por concluido un periodo. Cuando pasaban 12 tiempos lunares, se hablaba de ya había transcurrido un año completo.
Tiempo después, surgió la necesidad de tomar en consideración el paso de las estaciones (primavera, otoño, verano e invierno), y se crearon los calendarios lunisolares, que agrupaban los meses lunares en distintos periodos climáticos.
El Papa Gregorio XIII dictó, el 24 de febrero de 1582, la bula “Inter Gravissimas”, por la que entró en vigor el calendario gregoriano.
El calendario se adoptó inmediatamente en los países en los que la Iglesia Católica tenía influencia.
El calendario gregoriano, considerado como oficial a nivel global, no logra tampoco una concordancia perfecta entre año civil y año astronómico, ya que la velocidad de rotación y de traslación de la Tierra se va ralentizando y obliga a revisar las fechas una vez cada 3.000 años.
#PiensaPositivo