El síndrome de Alicia en el país de las maravillas es un trastorno que afecta a niños que sufren una distorsión visual por la que ven los objetos de un tamaño mucho menor del real. Conoce su relación con la migraña y la epilepsia.
Los afectados por el llamado síndrome de Alicia en el país de las maravillas ven las cosas distorsionadas en su tamaño, forma y distancia. Es lo que se conoce como micropsia, un trastorno neurológico benigno muy poco frecuente pero bastante alarmante, que hace que las personas que lo padecen vean los objetos pequeños y alejados, mientras que ellos se ven muy grandes en comparación, a semejanza de lo que ocurre en una de las más emblemáticas escenas de la obra literaria ‘Alicia en el país de las maravillas’. Igualmente, puede darse el efecto inverso, macropsia, siendo los objetos los que crecen desmesuradamente en tamaño a ojos de los afectados por este problema que, por regla general, también tienen percepciones erróneas respecto al paso del tiempo.
Este trastorno, que afecta principalmente a niños, fue descrito en primera instancia en 1952 por el psiquiatra C.W. Lippman, aunque fue el psiquiatra John Todd el que lo relacionó con el cuento de Lewis Carroll, y el que le puso el nombre en homenaje al autor que, pese a la inexistencia de pruebas, se ha considerado que padeció micropsia, y trasladó a las páginas de su relato las alucinaciones de la percepción visual que sufría.
Aunque las distorsiones visuales suelen ser más frecuentes por la noche, las personas que sufren este síndrome pueden experimentar cuadros sintomáticos durante varias veces al día, con una duración que suele oscilar entre los 5 y los 60 minutos. Durante este tiempo ven objetos grandes (como una persona, o un coche) como si fuesen del tamaño de un juguete, y pueden perder la noción del tiempo (pasar de modo lento a modo rápido, y viceversa) y presentar también distorsiones en las percepciones auditivas y táctiles.
Las personas que padecen micropsia ven objetos grandes como si fuesen del tamaño de un juguete, pueden perder la noción del tiempo, y presentar también distorsiones en las percepciones auditivas y táctiles
Fue el científico John Todd el que vinculó en 1955 la micropsia con la migraña y la epilepsia y, hasta la fecha, esa relación sigue vigente, de forma que padecer algunos de estos cuadros puede ser un síntoma de la aparición del síndrome de Alicia en el país de las maravillas. Pese a ello, y pese a que las causas y los mecanismos de la micropsia han sido estudiados, especialmente con investigaciones neurofisiológicas llevadas a cabo en fase sintomática aguda, estos siguen sin estar claros.
No obstante, en los últimos años se han presentado casos del síndrome con una relación inversa con la migraña, o sin ningún tipo de relación con la misma. Así, en mayo de 2009, en la ‘Revista Española de Neurología’, la pediatra María José Corral-Caramés se hacía eco del caso de una niña de 8 años de edad que padeció durante un mes seguido micropsia sin haber tenido nunca migraña ni cefaleas, que aparecieron en cuanto las distorsiones visuales cesaron. Más recientemente, en 2013, en la revista ‘Anales de Pediatría’ un pediatra del Hospital General Universitario de Guadalajara hacía público un caso del síndrome de Alicia en una niña de 11 años derivado de un efecto adverso de un medicamento, montelukast, muy recetado en pacientes pediátricos.
El conocimiento de este trastorno por parte de los profesionales médicos es necesario, ya que conociendo sus síntomas y sabiendo que su pronóstico es benigno, se reducen las pruebas diagnósticas. No existe un tratamiento específico para este síndrome, para el que se suelen prescribir, con bastante eficacia, los mismos medicamentos que para la migraña, además de recomendar descanso a los pacientes.
Hay que recordar que, aunque los síntomas pueden ser muy llamativos y provocar momentos de miedo o pánico en la persona afectada y en sus familiares, estos no revisten ningún tipo de gravedad ni de peligrosidad, y acostumbran a desaparecer con el paso del tiempo.
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Fuente: Consultas