Cuando suspiramos por amor, lo hacemos porque inconscientemente dejamos de respirar, y a la vez, el corazón late más rápido requiriendo más oxígeno, al darse cuenta de esta necesidad, el cuerpo la sacia en forma de suspiro.
El suspirar ocurre cuando se sienten emociones muy fuertes, el organismo produce adrenalina y norepinefrina, y los pulmones se llenan de aire como si se fuera a correr, pero cuando ese aire no se gasta, porque la persona se queda quieta, se elimina en forma de suspiro.
Por qué se dice que suspiramos por amor, puede ser por lo siguiente, cuando vemos a la persona que nos gusta, algunas veces dejamos de respirar sin darnos cuenta y el corazón late más rápido necesitando más oxigeno para “repartir” al cerebro; una vez que la persona que nos gusta pasa volvemos a respirar… pero suspiramos por el oxígeno que el cuerpo requería.
El suspirar también alivia el estrés y en ocasiones es para relajar los músculos después de un esfuerzo físico o mental.
Al igual que sucede con los bostezos, el suspirar suele ser automático, y no lo podemos evitar. El psicólogo noruego Karl Halvor Teigen, de la Universidad de Oslo, ganó el premio Nobel de Psicología en 2011 justamente por tratar de comprender por qué la gente suspira. Teigen y su equipo fueron los primeros investigadores en ocuparse de qué señalizamos cuando suspiramos
Para ello, llevó a cabo diversos estudios. En un primer experimento pudo descubrir que la mayoría de los participantes asociaban el suspiro con algo negativo. En un segundo estudio investigó la interpretación de los suspiros por parte de los participantes en cuatro situaciones diferentes, lo que reveló que los suspiros en otras personas eran percibidos como signos de tristeza, mientras que los propios suspiros eran vistos como una sensación de darse por vencidos.
En una tercera prueba, los participantes trabajaron en unos rompecabezas muy difíciles para ellos, que en realidad no tenían solución, lo que generó intentos inútiles, generalmente acompañados de suspiros.
La conclusión a la que llegaron Teigen y sus colegas es que los suspiros suelen ocurrir en pausas que nos tomamos entre intentos infructuosos de llegar a alguna solución. Lo que resultó sorpresivo de los estudios de Teigen y colegas fue que la mayoría de la gente no recuerda haber suspirado, es decir, cuando lo hacen luego lo olvidan, no le prestan atención, algunos incluso llegaron a negarlo repetidamente incluso cuando se les dijo que varias personas lo habían presenciado.
De acuerdo a la explicación científica, el suspiro es generado por un mecanismo llamado PEEP (presión positiva al final de la expiración)
“durante el ciclo respiratorio, el pulmón lleva a cabo inflaciones adicionales para que llegue más volumen de aire, y así mantener abiertas y expandidas las vías aéreas con el fin de optimizar el intercambio de oxígeno”.
Dicho de otra manera, es un aumento de presión que permite una mayor entrada de aire al pulmón y, a la vez, un mecanismo de protección para que éste y los alveolos (unidad hemisférica que rodea al pulmón) no colapsen, por lo que el suspiro tiene la función de mantener los alveolos abiertos para lograr mejor intercambio de oxígeno.
Cuando una persona aumenta su nivel de volumen de aire y lo hace con más frecuencia, puede llegar a una hiperventilación, que elimina los niveles de dióxido de carbono; su disminución provoca que se cierren los vasos sanguíneos y llega menos circulación al cerebro, rostro, brazos y piernas, y además, produce su adormecimiento. Por ello, al haber problemas respiratorios se ejecutan más suspiros, ya que se necesita más aire.
#PiensaPositivo
Fuente: Agencias
Tengo un amigo q cuando me ve cerca de el suspira. Sera q se enamoro de mi.