Entre todos los sentimientos que experimentamos, el miedo es uno de los más primitivos, asociado sobre todo al instinto de supervivencia, con miedos muchas veces heredados de nuestros antepasados...
Si bien es cierto que a muchas personas no les agrada sentir miedo, o que todos tenemos nuestros límites, está claro que nos entretiene. Los más claros ejemplos de esto, son la adoración del público a las películas de terror en el cine, la popularidad que tienen los parques de diversiones con atracciones mecánicas peligrosas, o las tradiciones como Halloween.
La clave, en todos estos casos, es que nos anticipamos a la sensación de miedo, haciendo que las partes pensantes de nuestro cerebro estén tan preparadas como nosotros.
Si la muñeca Annabelle, o Pennywise el payaso, se nos aparecieran en nuestras casas, no nos parecería tan divertido como nos parece en el cine. Lo mismo en el caso de que nuestros autos comenzaran a moverse violentamente como los coches de las montañas rusas.
Frente a estos estímulos que generan miedo, nuestros cerebros reaccionan, liberando neurotransmisores. Básicamente, en el momento en el que nos asustamos, la cantidad de noradrenalina en el torrente sanguíneo aumenta, haciendo que nuestros cuerpos reaccionen, preparándonos para huir o dar pelea.
La parte de nuestro cuerpo que se encarga de estas reacciones es el sistema nervioso autónomo, una parte conectada a nuestros cerebros que se encarga de controlar nuestras respuestas involuntarias a los estímulos.
El sistema nervioso autónomo le transmite a los órganos de nuestro cuerpo varios impulsos nerviosos que harán que pronto nuestro corazón se acelere, que quizás comencemos a sudar, que nuestras pupilas se dilaten, que sintamos escalofríos y que la digestión se detenga en nuestro estómago para ahorrar energía hasta que nos encontremos nuevamente a salvo.
Las reacciones al miedo pertenecen a la parte más primitiva de nuestro sistema, tanto que incluso existen varios estudios que indican que algunos de los miedos, como el miedo a las arañas o a las serpientes, son miedos innatos, heredados de nuestros antepasados como un mecanismo de defensa ante el peligro.
La sensación de miedo hace que nos excitemos de una forma diferente, estimulando quizás aquellas partes más primitivas de nuestro cuerpo que en la actualidad no se activan mucho, brindándonos una experiencia única sin la necesidad de estar en peligro realmente. Para experimentar esto, es que nos subimos a las montañas rusas, o salimos por la noche en Halloween, incluso sabiendo que puede salir alguien de atrás de un arbusto para asustarnos.
La sensación de estar activando a una parte de nuestros cerebros que no se activa a menudo nos hace sentir diferentes. Lo mismo le sucede a muchas personas cuando son violentas, sintiendo placer al pelear o enfrentarse a los demás. En el caso del miedo, ir a ver una película de terror sin levantarse de la butaca o atreverse a salir en la noche de Halloween, puede hacernos sentir orgullosos de nuestra valentía.
Por otra parte, entre los neurotransmisores liberados por el cerebro, la noradrenalina no es el único. Si estamos experimentando miedos que deseamos experimentar, nuestros cerebros liberan otros 2 neurotransmisores que son los responsables de que nos sintamos felices, alegres o excitados: la serotonina y la dopamina.
La serotonina y la dopamina son los 2 neurotransmisores que están más asociados a la felicidad, e incluso son los 2 neurotransmisores a los que los antidepresivos hacen aumentar en el cerebro cuando una persona está deprimida, para intentar hace que comience a sentirse mejor. La serotonina, además, está asociada al placer después de comer chocolate.
Pero, más allá de la explicación biológica, existen otros factores importantes: si vamos al cine a ver una película de terror con una persona a la que apreciamos,es probable que la pasemos mucho mejor que si vamos sin compañía. El ser humano no solamente disfruta de pasar tiempo con otras personas, sino que además aprende de ellas.
Cuando una persona se lleva un susto en el cine o en una casa del terror, en seguida observa hacia el costado para ver cómo la otra persona reacciona, lo que instintivamente nos permite saber más sobre su personalidad e incluso aprender nuevas formas de reaccionar nosotros mismos.
La reacción que se tenga será también una especie de interacción con la otra persona, que nos puede hacer incluso fortalecer lazos o establecer conexiones cerebrales positivas en torno a esa persona.
Y, por si no fuera suficiente, existe algo más, pues las películas de terror suelen tocar temas que nos interesan mucho, como puede ser la vida después de la muerte, los fantasmas o los espíritus malignos, que como son de planos desconocidos nos resultan aterradores, pero igualmente intrigantes.
#PiensaPositivo
Fuente: Vix