El aumento del sobrepeso es más evidente en Asia oriental y el norte de África. En América Latina las cifras también han crecido mientras que en los países desarrollados los índices se han estabilizado.
La Organización Mundial de la Salud no se cansa de advertir que la obesidad y el sobrepeso se han convertido en una epidemia. Aunque algunos no lo ven como una problemática seria, las cifras son alarmantes: en 40 años el número de obesos en las edades de 5 a 19 años creció más de 10 veces. Así lo demostró un grupo de científicos británicos que analizó los datos de más de 130 millones de personas. Estos resultados indican que mientras en la década de los 70 la cifra de niños y adolescentes con problemas de obesidad era de 11 millones, en 2016 se registraron 124 millones. Si la tendencia se mantiene, en 2022 habrá más población infantil y adolescente obesa que desnutrida.
Pero tener niños y adolescentes con exceso de peso no es una buena noticia.. “La obesidad es un factor de riesgo de condiciones como dislipidemia, hipertensión arterial, hiperinsulinemia e intolerancia a la glucosa, así como de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes en la edad adulta”, explica la nutricionista dietista Laura Bustacara. El mayor consumo de alimentos procesados y de alto contenido calórico podría ser la causa de este aumento.
La nutricionista explica que la tendencia al aumento está dada por “el consumo de alimentos procesados, ultra procesados con alta cantidad de azúcares refinados, sal y grasas. Son base fundamental o hacen parte del patrón de alimentación en estas poblaciones”, dice. “La disponibilidad de estos alimentos en la canasta familiar ha desplazado la alimentación preparada en casa a base de frutas, cereales, verduras, leguminosas haciendo que esta alimentación pase a un segundo plano”.
Según los resultados del estudio, en el que también colaboró la OMS, la región con más niños obesos es la Polinesia, donde más del 30 por ciento de jóvenes tienen problemas de sobrepeso. Le siguen países como Irak, Kuwait, Egipto y Arabia Saudí, en donde las tasas de gordura son cercanas al 20 por ciento, al igual que en Estados Unidos, con la diferencia de que en este último las cifras se han congelado. En Gran Bretaña y otros países desarrollados, los índices no mostraron aumento gracias a la implementación de programas y políticas para combatir esta problemática, como el impuesto a bebidas azucaradas.
La mala alimentación no es la única culpable de este alarmante aumento, sino también el sedentarismo y la falta de actividad física entre niños y adolescentes. “Solo se recomienda dos horas al día de televisión, videojuegos o computadoras. Al contrario, se debe incentivar paseos en familia, salidas al parque, actividades deportivas y físicas apropiada para la edad”, asegura Bustacara.
La solución para evitar que los adultos del futuro padezcan las consecuencias de haber tenido una niñez con obesidad, dicen los expertos, es que los países se comprometan a generar políticas que apoyen la disminución del sobrepeso. Pero además, como explica Bustacara, lo que se haga desde el núcleo familiar puede ser más importante. “Nuestros niños adquieren conductas de alimentación que nosotros les enseñamos desde el momento que nacen. Los padres y abuelos deben ser conscientes de que un niño gordo no es no un niño sano”, explica y agrega que “desde el momento en el que un especialista da el diagnóstico de sobrepeso u obesidad, debemos ponernos en alerta roja y buscar asesoría nutricional para iniciar manejo de la misma. Con pequeños cambios podemos lograr grandes resultados.”
La investigación publicada en la revista The Lancet, es considerada el estudio epidemiológico con mayor número de participantes pues se revisó la información de más de 2400 estudios recopilados de 200 países, en el que observaron la estatura y peso de 31,5 millones de personas de 5 a 19 años y 97,4 millones de adultos de más de 20 años.
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Fuente: Semana.com