Asesinatos, robos, corrupción, falsificación de documentos de todo tipo y así, una lista interminable de sucesos desagradables, son a los que nos enfrentamos todos los días. Pero, ¿dónde están y qué función cumplen los valores humanos?
Cuando analizamos científicamente, nos percatamos de que dentro de la clasificación de valores metemos de todo: principios que poseemos, virtudes, actitudes y comportamientos. Para otros, son creencias que nos ayudan a apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, lo que también conlleva escoger entre diferentes conductas posibles.
Caemos en la cuenta de los valores individuales, como el esfuerzo o la puntualidad, pero los primeros en aparecer durante la evolución fueron los valores sociales. Aquellos que nos permitieron vivir en grupo y cooperar, los cuales se desarrollaron hace millones de años, antes de que surgiera el primer ser humano hace 200.000 años.
Según Frans de Waal, la moral humana tiene sus antecedentes en comportamientos que también poseen otros animales, como por ejemplo cuando un chimpancé consuela a otro que ha sido víctima de una pelea o el altruismo de ballenas grises que salvan a ballenas de otras especies del ataque de las orcas. Esta empatía que muestran algunos animales, arriesgando su vida para salvar a otros en peligro o preocupándose por los lastimados, son los precursores de la moral y los valores, lo que conlleva aceptar un origen biológico, ya que la compartimos con otros animales.
Edward Wilson fue el primero en sugerir el origen biológico de la moral en el año 1975 cuando publicó su obra "Sociobiología", pero muchos filósofos siguen rechazándolo por considerar la moral algo exclusivamente humano que proviene de la razón, mientras que para otros, como De Waal y Marc Bekoff, se detona con la emoción.
Al fin y al cabo las emociones son brújulas que nos ayudan a decidir lo conveniente o no de una situación, así que para mí esta separación razón-emoción es artificial. Tan sólo un instrumento para entendernos. Porque tanto para los humanos como para otros animales, la vida social necesita del mecanismo de la empatía, requisito previo para la aparición de una moral tal cual la concebimos los humanos.
Respecto a si son innatos o aprendidos, según las investigaciones científicas, venimos al mundo con cierto sentido del bien y del mal aunque éste sea muy básico. Por ejemplo, para el programa "Yo, mono", diseñé un experimento en el que unas marionetas eran buenas y otras malas en presencia de bebés humanos. Las reacciones de los niños fueron sorprendentes porque rechazaban a los malvados, e incluso uno quiso pegar a la marioneta que interpretaba el rol de agresivo.
Experimento sobre bondad innata en programa "Yo, mono"
A pesar de sus detractores, tiene lógica el desarrollo de ciertos "códigos de conducta" en animales gregarios. Porque allá donde exista la vida en grupo son necesarios mecanismos que la regulen, asegurándonos así que las ventajas sean mayores que las desventajas. De ser al contrario, desaparecerían y seríamos especies solitarias.
Para evitarlo, surgieron algunos valores básicos y normas que los reforzaran. Esto significa que, en sus inicios, los valores están conectados con la importancia de la cooperación para la supervivencia, algo vigente en la actualidad, desde la pareja a las grandes empresas.
Luego, con el desarrollo de la cultura y el aumento de la conciencia, favorecidos a su vez por un lenguaje hablado, surgieron otro tipo de valores: los individuales. Guían la conducta y hábitos de la persona que los poseen. Las personas que son coherentes con ellos confiesan que les proporcionan satisfacción y plenitud.
Conscientes de su relevancia, tras la crisis económica mundial, las empresas están haciendo muchos esfuerzos por introducir valores en su cultura organizativa. En cierta medida, se trata de volver a los principios que regulaban la vida de los cazadores-recolectores. En este tipo de sociedades, como para algunos primates, los valores con más impacto eran la confianza, la justicia, la reciprocidad y el compromiso con las tareas que eran necesarias para asegurar la supervivencia y continuidad del grupo.
En la actualidad parece que poco o nada ha cambiado. Richard Barret, ha examinado miles de organizaciones públicas y privadas, llegando a la conclusión de que aquellas que están guiadas o dirigidas por los valores genuinos son las más exitosas del planeta. Cuando los valores de las personas y las empresas están alineados, se produce una mayor implicación, se retiene el talento lo que tiene un efecto sobre la productividad, calidad de los servicios o productos, así como también una marca.
En definitiva, la tribu funciona mejor cuando los valores son reales y se destilan o deducen de los comportamientos y no cuando se escriben sobre una placa.
#PiensaPositivo
Fuente: Agencias
Soy Administradora Publica de carrera y realicé una maestría en ciencias de la educación. Mi desarrollo profesional hoy es asesorar a docentes para que se impliquen en la importancia de realizar una planeación con recursos didácticos que promueva el trabajo colaborativo en el salón de clase y rescatar, justamente, los valores que se ponen en práctica en este ejercicio. Este es uno de los mejores artículos que he leído e, infiero, son los antecedentes y sustento de esta práctica! Muchas gracias!!